Opinión

Los Niños de Hoy, Ciudadanos del Futuro

24 de noviembre de 2017

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Para nadie es un secreto que la vida es cíclica, en el sentido de que nacemos, crecemos, nos reproducimos, envejecemos y morimos. Es un ciclo único para todo ser vivo, principalmente por las diferencias naturales entre las especies y único entre los seres humanos, pues es como aquella pintura de un paisaje que obtiene diferentes matices dependiendo del pintor que la crea o incluso por la luz del entorno donde se exhibe.

Es además responsabilidad de cada individuo labrar su futuro desde la niñez, en un principio es responsabilidad compartida con los padres. A medida que crecemos se involucran familiares, colegio e iglesia. Ya después de los 16 años es responsabilidad propia del individuo, más allá del contexto de la nación donde se encuentre. En nuestro caso, dicho contexto usado de manera irresponsable como excusa para muchos de nuestros errores o situaciones actuales, que sin darnos cuenta ha venido afectando a la población en general, incluso a los pequeños de la casa que se podría decir están “contaminados” con pensamientos e ideas pesimistas. En una de mis clases de Inglés durante el segundo semestre de 2016, nivel introductorio B para adolescentes, estábamos discutiendo sobre las energías renovables, de qué se trataba; e hice la siguiente pregunta a mis estudiantes (niños entre 8 a 16 años de edad): “¿Qué podemos hacer en nuestra ciudad? ¿Qué tipo de energía renovable se podría ejecutar? Pensemos en una situación ideal, usando el poder de la imaginación…” Para mi sorpresa, TODOS mis estudiantes dieron algunas ideas pero de inmediato argumentaron que no se podrían ejecutar, que los podrían robar, que no tendrían dinero para adquirir los paneles, entre otras cosas, todas pesimistas.

Seguidamente les insisto en usar el poder de la imaginación y pensar en un contexto ideal donde la inseguridad y el capital no sean un inconveniente, esa fue la única manera para retomar el curso de la clase y seguir discutiendo sobre el tema de la unidad objeto de estudio. Ahora bien, el motivo de mi sorpresa fue que una vez escuché sus argumentos pensé que me encontraba en frente de otra audiencia, porque además de todo fue un pesimismo estéril, no propusieron ningún tipo de solución, debo resaltar que fueron todos quienes respondieron de manera negativa; esto es válido o entendible hasta cierto punto proviniendo de personas mayores de 18 años, adultos, señores con experiencia acumulada o reflejos en el cabello. Pero de niños que anteriormente se les había dado la oportunidad de imaginar, prácticamente de crear un mundo o una situación donde ellos ponían las normas, construían, etc. es algo que al menos a mí me costó y cuesta entender.

Si bien es cierto e irrefutable que nuestro país atraviesa una de sus peores crisis en toda su historia como República, es imperativo analizar qué se está haciendo cada quien desde su localidad, desde su puesto de trabajo para enfrentar -y no me refiero con piedras o discursos vacíos- lo que actualmente estamos viviendo. Porque así como mis estudiantes respondieron de manera negativa, de seguro es lo que más observan en sus hogares o en todo caso lo que más escuchan diariamente. Una de las preguntas que se vienen a mi mente, es cómo será Venezuela en 10 años de no corregir el “chip” (manera de pensar, cómo ven la vida) de nuestros niños; por supuesto no debo generalizar o afirmar que son todos los niños del país quienes piensan igual que mis estudiantes, pero tampoco puedo afirmar que ellos son los únicos que piensan a tan corta edad de manera tan negativa, cómo será ese venezolano del futuro. No pretendo juzgar lo que cada venezolano hace, como dicen por ahí “cada cabeza es un mundo”, tan así que un mensaje puede tener infinitas interpretaciones dependiendo de quién lo lea, más allá de quien lo escribe.

Lo que sí pretendo es generar la duda entre cada uno de los lectores y que sea cada persona quien decida qué hacer, se cuestione si está haciendo las cosas bien y lo más importante cómo podemos salir de esta locura, que empeora semana tras semana. Finalizo con una de mis frases favoritas, dicha en su momento por Albert Einstein: “La vida es como montar en bicicleta: para conservar el equilibrio se debe permanecer en movimiento”.

(Carlos Javier Chacón Sánchez) Email: [email protected]

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