Opinión

Volver a ser tierra productora

14 de octubre de 2017

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La naturaleza dotó a la tierra tachirense de envidiable riqueza y nutrientes, apta para cosechar cuantos productos de indudable importancia para la alimentación y la conservación de la existencia humana. La historia nos muestra que, en el pasado, los nativos se autoabastecían y repartían su producción a zonas aledañas, según lo narran los investigadores de la historia estadal en materia agropecuaria, que de explotarse en forma racional y técnica, además de surtir los mercados locales, permitiría el suministro a otros estados del país, como lo fue en el pasado, siglo XIX, pues utilizaron las áreas sensibles para el desarrollo agrícola y pecuario.
Arturo Cardozo, escritor trujillano, ya fallecido, plasmó en un texto, que denominó “Proceso de Historia de Los Andes”, editado por la Biblioteca de Temas y Autores Tachirenses”, el cuadro de la sociedad indígena para el momento en que llegaron los españoles y siguientes años, que por ilustrativo para esta etapa crítica de nuestra historia, traemos el relato que hace sobre la agricultura y la cría, sector que puede aportar un elemento sustancial para la alimentación del pueblo y para contribuir con el desarrollo y el Producto Interno Bruto local.
Los grupos indígenas de Los Andes -escribe Cardozo- se procuraban la alimentación, la vivienda y se satisfacían otras necesidades sociales. Almacenaban alimentos, sembraban y cosechaban. Hacían uso común de hortalizas, legumbres, frutas, siendo la siembra principal el maíz, caraotas, auyamas, papa, apio, batatas, ñames, yuca, entre otros. Igualmente el cacao, caña de azúcar, trigo y café. Eran nuestros ancestros eficientes haciendo buen uso de la fertilidad de la tierra, utilizando rudimentos a base de piedra y madera. El producto de sus cosechas lo intercambiaban con aborígenes de la zona del lago y los llanos y otros asentamientos afines de la zona andina.
La característica principal “del hombre de la cordillera” fue que entrenó su historia en los surcos de sus vegas, mesetas, entre los siglos XVII y XVIII.
Los cultivos los clasificaban en mayores y menores. Los primeros permitían la comercialización a pueblos vecinos, como el cacao, el trigo, el tabaco, la caña de azúcar, los frijoles, la judía, hortalizas. La caña de azúcar y el tabaco, fueron soportes importantes de la economía tachirense de la época, señala Cardozo. El cacao se produce en San Cristóbal y La Grita. Los españoles trajeron la semilla del trigo, que es producida en La Grita y El Cobre, lo que generó la instalación de molinos, demandando el fruto a zonas fuera de los Andes. El tabaco se plantó en La Grita, San Cristóbal y San Antonio. Destaca Cardozo que al tabaco lo suplantó el café, calificado de “oro”.
La caña de azúcar se cosechaba en San Cristóbal y La Grita, que lógicamente generó empleo, diversificó la artesanía en estas ciudades. La población, a fines de la Colonia, se autoabastecía y con relación al café, destaca Arturo Cardozo, este renglón llegó a fines de la Colonia, siendo en 1794, cuando don Gervasio Rubio lo lleva a La Yegüera, en Rubio, y por muchos años hubo una gran producción, no solo en Junín, sino en la mayoría de pueblos del Táchira, como lo fue el hoy municipio Córdoba, siendo en este sentido nuestra geografía el primer productor, hoy venido a menos por la ausencia de incentivos, la inseguridad en el campo y protección oficial. Por cierto, la actividad estimuló la presencia de inversionistas alemanes e italianos, que se encargaban de exportar al exterior.
Así como estos renglones se producían a gran escala, las aves de corral y otros animales de pastoreo constituían elementos prioritarios en la dieta del tachirense de la época. Otros pueblos, como Lobatera, figuraron como áreas productoras de bovinos, cerdos, entre otros.
Estas consideraciones las hacemos para conocimiento de quienes buscan dirigir los destinos del estado.
La tierra tachirense, en sus zonas altas y bajas, y en especial su gente, es lo suficientemente formada para dedicarle tiempo, recursos y capacidad para prosperar y echar adelante; junto con el sector privado, uniendo esfuerzos, promovido desde el gobierno, sin demagogia, procurar autoabastecernos. Son aspectos que deben incluirse en los planes de acción y poner “manos a la obra” y no perder el tiempo en acusaciones y distracciones,” porque en la unión está la fuerza”.
(Marcelino Valero R.)

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