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Reportajes: Desde San Cristóbal harán un contacto inédito con los astronautas del espacio

22 de octubre de 2017

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Dos representantes forjaron la idea y ahora diez niños se preparan para hacer preguntas mientras la Estación Espacial Internacional, el único satélite tripulado del mundo, pasa a varios cientos de kilómetros sobre ellos y más de 300 compañeros de clase.

El espacio exterior, lo que más le parece interesante a Víctor es que permite cosas que no se pueden lograr en la Tierra, por el factor gravedad. “Allá sería genial hacer una voltereta quíntuple”, imagina, entre risas, el estudiante de cuarto grado.

Si Víctor sabe del tema es porque ha hecho dibujos, elaborado mapas conceptuales y estudiado la historia de la NASA (siglas en inglés de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio). Y si ha cumplido con esas tareas es porque en su casa de formación, el Instituto María Montessori de San Cristóbal, toda la comunidad educativa se está preparando para vivir una experiencia inédita en el país: conversar con astronautas en órbita, a través de un contacto autorizado y programado, en directo, con la mismísima Estación Espacial Internacional.

Nadie hasta ahora lo ha hecho así en Venezuela. De común acuerdo con la NASA, en Sudamérica ha habido 13 contactos con Brasil, Argentina y Perú. Por estos días, en la capital del Táchira trabajan para seguir escribiendo la historia.

La idea partió de Ricardo Benvenuto y Francisco Lorenzo, representantes del instituto y directores del proyecto “Montessori San Cristóbal llama al espacio”, que consignaron a la unidad educativa. La propuesta fue presentada a la NASA en febrero de 2016 y, tras cumplir una serie de pasos y procedimientos, a finales de septiembre pasado les notificaron que ya están agendados dentro de las próximas dos semanas.

La Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) es el único satélite tripulado del mundo. Se trata de un gigante, del tamaño de una cancha de fútbol americano, que está permanentemente orbitando: da 16 vueltas diarias a la Tierra; en 90 minutos puede ir y regresar desde donde empieza Canadá hasta donde termina Argentina.

Cada seis meses abordan la Estación seis nuevos astronautas. Ahora transcurre la expedición 53, conformada por un italiano, dos rusos y tres americanos, uno de los cuales tiene raíces puertorriqueñas y podría ser quien converse con los niños en idioma castellano. Se llama Joe Acaba; y Víctor, que a sus nueve años ya usa la red social Twitter, lo sigue en su cuenta @AstroAcaba.

Voces a 400 kilómetros

La Estación Espacial Internacional es un proyecto en el que participan 16 naciones. Está integrada por 14 módulos permanentes y orbita a una velocidad de 27.500 kilómetros por hora, a una distancia promedio de 400 kilómetros de la Tierra.

Cuando la Estación pase sobre la latitud y la longitud donde está localizado el Montessori de San Cristóbal, desde el instituto dispondrán de nueve minutos para mantener comunicación con los cosmonautas mediante un radio transmisor y una antena conectada a un software.

Todo, hasta el detalle más sencillo, ha sido coordinado con la NASA, pero también con la ayuda de Brian Jackson, un radioaficionado y profesor de primaria canadiense que también es mentor autorizado de la agencia espacial para América Latina.

Aunque es cirujano gastrointestinal, Benvenuto creció entre equipos de comunicaciones, como los que por estos días utiliza para familiarizar a los estudiantes del colegio con el funcionamiento de las transmisiones por ondas electromagnéticas, de forma que así sepan cómo será posible la comunicación con el radio que tienen los astronautas de la NASA.

Nada de Skype. El contacto no será por Internet, sino por ondas hertzianas. “Utilizaremos únicamente el Internet para que el software pueda saber dónde está la Estación Espacial en ese momento, para que reconozca su posición”, explica Lorenzo.

Diez entrevistadores en casa

La NASA les pidió hacer 20 preguntas; es lo máximo que se podría llegar a contestar desde que la Estación salga hasta que se oculte en el horizonte local. Serán 10 los estudiantes de segundo grado a quinto año encargados de formular las interrogantes. En función del tiempo de contacto real, algunos podrán hacer dos consultas.

Estas preguntas fueron desarrolladas por todos los estudiantes en cada una de las aulas del Montessori. Son variadas. En el grupo de Víctor, por ejemplo, quieren saber cómo mantienen la higiene en el espacio.

Lorenzo explica que esta actividad se inscribe dentro de un programa educativo de la NASA que desde el año 2001 fomenta el estudio de la tecnología, ingeniería, matemática y física y que ha estimulado este tipo de intercambios con cerca de 1.000 contactos alrededor del mundo. “Uno de los aspectos que manejan es que el colegio integre en su currículum esas materias”, dice. Por eso, uno de los primeros pasos de este camino fue el de presentar ante la agencia espacial una propuesta curricular.

El trabajo no terminará el día en que decenas de niños y jóvenes escuchen en vivo desde San Cristóbal a un astronauta que responderá preguntas y explicará su trabajo mientras pasa a cientos de kilómetros sobre sus cabezas. Con la NASA se estila en estos casos entablar un compromiso de intercambio de información posterior acerca de cómo se vivió el contacto.

Benvenuto y Lorenzo son exalumnos del Montessori. Y ahora, con apoyo de la institución, de los padres y representantes, quieren demostrar a los muchachos que cualquier sueño que se propongan en la vida lo pueden lograr, con preparación y dedicación. En muchos, como Víctor, ya está sembrada la inquietud y la emoción por la divulgación de la ciencia. “Esa es nuestra idea, que se estimulen a destacarse en lo que les apasione”, anhelan.

 

Una adecuación curricular

para la ciencia y el estímulo

Carteleras con dibujos de astronaves de bandera venezolana. Mapas conceptuales que sintetizan contenidos científicos. Un sistema solar desplegado en el techo del área de Inicial. Todo está ambientado en el tema espacial en el María Montessori de San Cristóbal, el mismo que se convierte en el primer instituto educativo de Venezuela adscrito al programa educativo de la NASA.

“Estamos satisfechos por haber sido seleccionados y porque, además, hemos contado con el acompañamiento de los padres y representantes”, agradece la directora, Karelis Pernía.

Pero la novedad no es solo que los niños pregunten a un cosmonauta. En realidad, el instituto fundado en 1969 ha trazado toda una propuesta educativa con énfasis en la educación espacial. “Esto deriva en hacer educación científica y vocacional hacia las áreas científicas que tienen relación con el ejercicio de la investigación en el espacio”, dimensiona Belkis Martínez, asesora pedagógica y miembro del directorio del instituto.

Esta adecuación curricular ha sido paulatina. Observando el proyecto de forma interdisciplinaria, la especialista se pasea por sus diversas aristas: Son importantes las explicaciones geográficas de latitud y longitud. Rescatan el área de las telecomunicaciones, así como la radiodifusión y su vigencia en tiempos de tecnologías de información y comunicación (TIC). Incluyen la ingeniería. Repasan la conformación del sistema solar. Que seis personas vivan en el espacio también significa mucho, cognitiva y actitudinalmente. Igual de fundamental es analizar el contexto histórico de lo que significó para el ser humano llegar hasta allá. Además, desde las relaciones internacionales se entiende que sigue allá debido a la integración y cooperación de varios países.

Más allá de lo interdisciplinario, Martínez apunta a lo estimulativo: ella, que se mantiene en ejercicio desde hace casi 25 años, fue maestra de Roberto Lazaeta, matriculado en la institución desde maternal hasta quinto año. Ahora, como ingeniero en telecomunicaciones, el exalumno radicado en Londres pertenece al programa de la Estación Espacial Internacional, en representación de Europa.

La directora Pernía asoma el horizonte del proyecto curricular: encaminan dos proyectos de trabajo científico para el próximo año escolar, conforman un grupo de radiodifusión y planifican una feria escolar que enseñará los productos logrados.

Daniel Pabón

 

 

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