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Regional
“Solamente 30% del transporte público trabajó este viernes por falta de gasoil”
9 de diciembre de 2017
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Indignante se vuelve cada vez más la situación de transporte público en la ciudad de San Cristóbal y sus áreas circunvecinas, debido al caos en el que se ha convertido la circulación normal del mismo, por problemas que no son nuevos para la colectividad como la falta de gasoil, por lo que solo 30% se encuentra en circulación.
“Ni siquiera a media máquina se está trabajando”, certificó Germán Duarte, secretario general de la Federación Nacional de Transporte Público, al referirse a las pocas unidades que se observaron este viernes en calles y avenidas de San Cristóbal principalmente.
Explicó que la falta de gasoil es la principal causa en este momento, porque desde el jueves no llegó y los conductores se ven en la obligación de detener sus vehículos e incorporarse a las largas colas para esperar y abastecerse, tanto de gasoil como de gasolina.
Duarte reiteró que al 70 % de las unidades les suministran gasoil y al otro 30 % gasolina. Esto trae como consecuencia el desequilibrio general de las unidades en las calles.
Por otro lado, a la falta de gasoil se agrega que la mayoría de las unidades de transporte están varadas por falta de cauchos, repuestos y baterías, lo que aumenta aún más el desbarajuste vehicular, indicó Duarte.
La colectividad en general sigue siendo la principal afectada en la capital de estado Táchira, que se ha convertido además en depósito de basura, olores repulsivos y en medio de estas montañas de escombros de esquina a esquina, entre avenidas y calles caminan como en procesión un sinnúmero de personas que prefieren avanzar a pie debido a que cada buseta o autobús en algunos momentos se tarda entre media hora, una hora y hasta dos horas en determinados instantes del día.
En el sector de Santa Teresa, por ejemplo, este viernes el vacío de las unidades de transporte se sintió comenzando la mañana, entre las 6:00 y las 9:00 am, por el Hospital del Seguro Social, las colas de personas eran cada vez mayores y al acercarse una unidad el desorden por la desesperación de abordarla era desastroso. Las personas se lanzaban y hasta se estropeaban unos con otros al intentar subirse a determinada buseta.
Por el conocido Viaducto viejo, en la Quinta avenida de San Cristóbal, era más la circulación de personas para allá y para acá que de automóviles. Las colas en las distintas paradas se tornaron interminables, la cara de quienes esperan su turno para subirse en alguna unidad era de inquietud, preocupación y molestia.
Mientras tanto, la mayoría de las unidades de transporte pretendían abastecerse de gasoil y de gasolina para cubrir su ruta; pero en esas tormentosas colas de horas y más horas se pierde un día completo de trabajo.
Se vieron circulando por el centro de San Cristóbal, Barrio Obrero y las distintas avenidas, unidades de transporte de Rómulo Gallegos, Barrio Sucre, línea Torbes, entre otras; y junto al chofer, el llamado colector que sobresale del vehículo mientras las personas sacan sus billetes para poder lograr un puesto o ir de pie.
La ciudadanía clama limpieza, la angustia se apodera hora tras hora porque ya a las 5:00 de la tarde la ciudad se ve sola. No hay circulación de transporte por ningún lado. Solo uno que otro camión particular en donde las personas, casi colgadas y sin ninguna medida de seguridad se suben para retornar a sus hogares lo antes posible y no pasar por la indignación de quedarse solos y a manos del hampa, que no deja de rondar para buscar a sus víctimas y despojarlas.
Algunos transeúntes por las diferentes calles, barrios y avenidas de San Cristóbal siguen esperando la intervención de los gobernantes, quienes tienen a su cargo el buen desenvolvimiento del estado y por ende de los diferentes municipios que se concentran en la capital del Táchira.
Mientras otros ciudadanos ya no creen ni confían en nada ni en nadie porque no se ve ninguna mejoría en los servicios y califican la situación de deplorable y desesperante, sin contar el alza exuberante en los pecios de productos y la escasez de muchos de ellos, además de la falta de medicamentos.
La ciudad se desmorona con calles llenas de huecos, semáforos dañados, basura y desconcierto. Y nadie responde a tanta indolencia y desesperación.
(María Teresa Amaya)
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