Sin duda que la disminución de la fuerza de calle de los ataques opositores tiene que ver con muchas razones. El engaño y la irresponsabilidad son de ellas, las más evidentes.
Promesas y caminos sin claridad, llamado a rebelión con menos de veinte militares como respaldo, compromisos de tiempo preciso para cumplir sus objetivos sin certeza alguna de lograrlos.
Fundamentalmente, la mentira y el engaño y los propósitos que se evidencian con los señalamientos mutuos de corrupción, entre ellos mismos de violaciones a la ética, destruyendo los argumentos que pregonan.
A todo esto se suma el llamado constante a la invasión militar de Estados Unidos, o la activación del controvertido Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), como método para afrontar la crisis venezolana, desconociendo la raigambre nacionalista y libertaria de la mayoría de los venezolanos. Es necesario entender que solamente nuestro pueblo es el que puede decidir, pese a las medidas de bloqueo y otras agresiones imperiales.
Pero todo lo anterior, sin descuidar las mañas de los enemigos de la paz, es apenas un respiro que debemos usar para la dedicación plena al trabajo, a la producción, al acompañamiento a nuestro pueblo sufriente y valiente.
Aplicar los correctivos a que haya lugar, aliviar los problemas vitales de nuestro pueblo, impulsar la economía, controlar eficazmente y éticamente lo que producimos y lo que importamos, como una manera de recuperar el abastecimiento seguro; actuar frente a quienes en medio de la guerra han visto una oportunidad para beneficios personales, agravando la crisis, en lugar de solucionar, sin dolor del padecimiento de los hermanos.
Es un reto para la patria de Bolívar, con dedicación, seguir impulsando el plan de crecimiento económico, somos una tierra de oportunidades, con gran potencialidad para el cultivo de alimentos, con una amplia salida al mar que beneficiaría cualquier intercambio económico, y somos una nación de gente trabajadora. (Francisco Arias Cárdenas) / [email protected]