Reportajes y Especiales
2019: el año de la xenofobia contra los venezolanos
25 de diciembre de 2019
Además de lidiar con el proceso migratorio, los trámites legales y la obtención de permisos; la diáspora venezolana también ha tenido que afrontar tratos discriminatorios, actos violentos y rechazo por parte de los nativos de los países en los que se han residenciado
Lucía Ramírez
4.769.498 de venezolanos han salido del país huyendo de la falta de alimentos, medicinas, servicios públicos y de la hiperinflación que atraviesa el terruño con las reservas petroleras más grandes del mundo; esta es la cifra que maneja el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), las oficiales no existen; casi la misma cantidad de personas que salieron de Siria después del conflicto armado que se inició en 2011. Y podría elevarse a ocho millones, si no cesa la crisis humanitaria, asegura el organismo que forma parte de la ONU.
Por tierra, aire y mar ha sido la estampida; unos cuantos se han ido caminando, a principios de 2018 imágenes de caravanas de connacionales cruzando la frontera con Colombia a pie, con bolsos y maletas en la espalda inundaron las redes sociales y no dejaron indiferente a nadie –no militante del PSUV–; un drama que han seguido muy de cerca distintas ONG dedicadas a derechos humanos, migración y refugiados, y medios de comunicación nacionales e internacionales.
Colombia, Perú, Chile, Argentina, Ecuador y Brasil son las naciones que han recibido el grueso de la diáspora venezolana.
Se estrechan los caminos y destinos
Hasta hace apenas cinco años el pasaporte con el Escudo de Armas estaba entre los 25 más aceptados en el mundo. Ahora empieza a quedarse atrás. Hoy, nada más en América, son 11 los países que le solicitan un visado a los venezolanos (o exigen más documentos que hacen cada vez más complicada la entrada), la razón de muchos: al ver que no se producen cambios políticos y económicos en la patria de Bolívar y al darse cuenta que sus servicios públicos y economías comienzan a resentir el aumento repentino de su población; varios vecinos de la región decidieron limitar el ingreso.
Entre los más recientes están República Dominicana, que desde el 16 de diciembre se convirtió en el onceavo país en aplicar esta providencia. Le antecedieron Trinidad y Tobago, Ecuador, Perú y Chile, este último ya había establecido en 2018 un visado de “Responsabilidad democrática” para los que viajaran con la intención de residenciarse o trabajar allá temporalmente; luego en junio de este año instauró que todo venezolano que quiera visitar su territorio debe tener un visado.
Aruba anunció que a mediados del 2020, los nacionales de Venezuela necesitarán visa para entrar en la isla caribeña, excepto quienes ya posean la de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido o Irlanda.
Los primeros que dieron el paso: Guatemala, Santa Lucía, Panamá, El Salvador y Honduras, estos dos últimos como medida de reciprocidad.
Colombia ha tenido una postura abierta ante el ingreso de venezolanos en su territorio, pero para atender la avalancha de migrantes ha pedido cooperación internacional. La tierra del escritor Gabriel García Márquez no es un país acostumbrado, ni con experiencia en recibir personas de otras nacionalidades, al contrario, en el pasado muchos neogranadinos solían marcharse para buscar mejor calidad de vida y empleos, siendo uno de los destinos predilectos, Venezuela.
La peor traba: la xenofobia
La pequeña Venecia siempre estuvo abierta a recibir inmigrantes de cualquier parte del mundo. Portugueses, alemanes, españoles, italianos, chilenos, argentinos, uruguayos, colombianos, ecuatorianos y peruanos, entre otros; todo aquel que quisiera venir, era bienvenido (unas comunidades más apreciadas que otras, pero aceptadas todas). Escuchar que alguien se fuera de Venezuela no era considerado normal, resultaba extraño que una persona decidiera dejar el país, a pesar de los males que lo aquejan desde finales del siglo pasado. Pero a partir de 2014 la situación política, social y económica ha obligado a muchos a salir de sus fronteras. Tanto más extraño era el incorporar el término xenofobia, pero estos últimos meses han tenido que memorizar su definición y lo que es peor: experimentarla.
2019 ha sido un año lleno de denuncias de xenofobia hacia venezolanos, cientos de casos de actos discriminatorios y violencia física se conocieron a través de redes sociales y medios de comunicación, la mayoría en Perú, Ecuador, Panamá y Chile, muchos incitados por declaraciones de funcionarios públicos.
Uno de los países que intensificaron las brigadas de control migratorio a principios de año fue Ecuador, luego del asesinato, en la ciudad de Ibarra, de Diana Carolina Ramírez, la joven de 22 años, embarazada, asesinada a puñaladas por su expareja, de nacionalidad venezolana; este crimen desató que ecuatorianos asaltaran casas de inmigrantes venezolanos, y que estos fueran objeto de amenazas y destrozos. También se registraron manifestaciones con carteles que decían “Fuera malditos asesinos”
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