Regional
Entre apagones y racionamientos se despiden los 12 meses del 2019
30 de diciembre de 2019
Los racionamientos y apagones no dan tregua en las ciudades fronterizas de San Antonio y Ureña. Debido a las constantes fallas del servicio, a la ciudadanía se le dificulta precisar si se trata de un corte o de una suspensión general. Corpoelec ha optado por el mutismo cuando se presentan estos escenarios.
Jonathan Maldonado
Algunos descargan su impotencia en las redes sociales. En Twitter, sobre todo, converge la mayoría de quejas frente al deterioro de un sector tan vital. “¡Hasta cuándo este suplicio. Cinco horas sin luz!”, escribió un usuario de la frontera.
Y es que en los últimos siete días se ha agudizado el panorama eléctrico. El viernes 27 de diciembre, el primer corte, en algunas comunidades de San Antonio, se dio a las 6:00 a.m. Ese fue el despertador de muchos. Ese mismo día, a las 6:30 p.m., otra mitad de la ciudad estaba en penumbras. A las 9:10 p.m., se restableció el servicio; 20 minutos después, un apagón dejó a oscuras a la jurisdicción.
El sábado 28, la situación empeoró. Hubo sectores como los barrios Lagunitas, Miranda, Libertadores de América, Cayetano Redondo, Curazao, entre otros, en los que la electricidad se interrumpió desde las 10:30 a.m., hasta las 5:00 p.m. A los minutos, otro corte, pero de media hora, sorprendió a las mismas comunidades.
Lo mismo sucede en Ureña. La ciudad se mantiene en una eterna angustia, pues, literalmente, no ve luz. Solo la natural, que trata de hacer su labor y, a veces, es tanta la intensidad del Sol que la gente se ve maniatada, pues no cuentan con la electricidad para conectar un ventilador o aire acondicionado, y así mitigar el calor.
El gas y el agua siguen sin dar la cara
A esto, se suma la falta de gas y de agua. En los últimos 15 días, la mayoría de las comunidades fronterizas estaban secas. Por sus llaves no se asomaba nada. Algunos, los que tienen entradas en pesos, solventan con la compra de agua de pozo, negocio que ha proliferado en una zona donde las necesidades abundan y las respuestas por parte de las instituciones encargadas escasean.
La escasez de gas incrementa la zozobra. Muchos han optado por comprar sus cocinas eléctricas en Colombia; sin embargo, las fallas en el servicio eléctrico elevan el malestar y cruzan de brazos a muchas familias, quienes terminan almorzando cuando la noche anuncia su llegada.