Aunque es un mal que lleva años, en los últimos ocho meses se ha agudizado, de un modo tal que lo que era un simple bote de aguas negras en el tramo de la calle 6 de La Concordia, colindante con el Colegio de Abogados, se ha convertido en un mar de malos olores, que pone en peligro la salud pública del sector.
Ya la calle ha ganado un desagradable color verde, impidiendo el paso de cualquier peatón, a riesgo de que sus pies sufran contaminación al ser bañados por los vehículos que por ahí pasan. Incluso los desechos han abonado un pequeño jardín, a flor del cauce, en un pequeño cráter adornado con llantas y la tapa de una alcantarilla rota. La corriente avanza con fuerza, sin mayores obstáculos, hasta un alcantarillado –que frecuentemente debe ser limpiado de toda la basura que acumula-, diagonal a la plaza Miranda.
Ese mar putrefacto brota desde una piscina verdosa de 6 por 15 metros y 2 de profundidad, detrás de una vieja casona, en lo que se supone un embaulamiento de una quebrada, que terminó alimentándose de los desechos de gran parte de La Concordia, inclusive del Hospital Central. En ese represamiento no pocas veces se ha visto flotar material quirúrgico, un elemento que agrega una nota de preocupante insalubridad al problema, así como sedimentos.
Malos trabajos en el sistema de cloacas de una vivienda, no supervisados debidamente por las gestiones municipales de años atrás, contribuyeron a que se estancaran las aguas vertidas desde el embaulamiento, que ahora hace de represa, sin mucha posibilidad de aliviar el caudal, y a su vez la fuerza de esa presión terminaría causando otros daños colaterales. En el estacionamiento, cercano al lodazal, un enorme cráter, formado por el colapso de una tubería de gran calibre bajo tierra, sigue como testimonio de lo que podría ser a futuro un socavamiento del terreno y la inhabilitación de viviendas, si no se resuelven los daños.
La alcaldía y otros entes saben del problema, pero no lo han asumido como es debido; por su parte, Hidrosuroeste ha tomado cartas en el asunto, llegando a la conclusión que los arreglos corresponden a grandes presupuestos, que solo el Gobierno nacional podría manejar, a partir de un proyecto que ya se conoce en la capital de la República, ya que se requiere, entre otras cosas, el cambio de las tuberías que pasan por el centro de las vías, y habilitar un embaulamiento de mayor dimensión, que debe correr por otra dirección, entre otros trabajos de infraestructura.
En el sector operan muchos talleres mecánicos, estacionamientos y locales comerciales, que al abrir sus puertas reciben el saludo mañanero del canto de una cañada de extraños olores y colores. Así deben laborar durante el día, y recibir a los clientes que aún no se han espantado. En verano, cuando no hay siquiera aguas pluviales para arrastrar a las servidas, el ambiente se torna más insoportable.
Freddy Omar Durán