Sin derecho a chistar, sin saber a quién reclamar, solo sacando lo que apenas en su cartera tiene, restándole a otros gastos personales de primera necesidad, a los pasajeros que deben trasladarse de otros puntos del Táchira a San Cristóbal, o viceversa, por diversos motivos, no les queda más remedio que cancelar cifras que en ninguna resolución se establecieron previamente.
Además de lo oneroso, el aumento del pasaje prácticamente se come en un día lo que un tarjetahabiente saca de un banco, y aunque ya no existe billete al que le hagan el feo los choferes, los usuarios temen que, de un momento para otro, el de 500 bolívares ya no sea de su predilección.
Como ha sucedido con todas las rutas suburbanas, los tachirenses sienten con especial dolor el aumento del pasaje de San Cristóbal a San Antonio, que en lo que va de este año se duplicó en un santiamén, pues de 30 mil bolívares ya escaló a 80 mil y nada impide que llegue a los 100 mil. Y quien no tenga esa cantidad en bolívares, bien pueden cancelar 4 mil pesos, cifra que ha sido una constante ya un buen tiempo, y para muchos no hace justicia al cambio del día entre moneda extranjera y local.
Y cuando se dice nada, es nada, o al menos nada público y legal lo soporta; aunque muchos digan por ahí que “eso está conversado”.
Como afirmó la señora Matilde Villamizar, “aquí nadie tiene voz, ni voto, todo el mundo hace lo que se le da la gana”.
Táriba, Palmira, San Josecito, Capacho, y sus sectores aledaños, son las rutas más concurridas, con pasajes situados entre los 10 mil y los 20 mil bolívares. Es decir que si en un solo día una persona, de ida y venida, gasta por lo menos 20 mil bolívares, en 20 días hábiles ya cubre el salario mínimo. Eso, nuevamente, va a obligar a muchos trabajadores a renunciar a sus sitios de trabajo, y a muchos empleadores a escoger el personal, no tanto por su disponibilidad y entrega a su labor, sino por la cercanía al lugar de trabajo.
Algunas personas encuestadas afirman que los aumentos no les parecen nada raro, pues en realidad nada de lo que pasa en este país les sorprende; y que sencillamente el alto costo de la vida le gana en velocidad, a una burocracia relentizada por la misma crisis, y que impone su propia “justicia”. Del otro lado, están los que no se resignan con el silencio, y con indignación relatan que ya no dan para más.
Pero si por los lados del pasaje suburbano las cosas no van bien, por los del pasaje urbano no van mejor. Los rumores del aumento a 6 mil bolívares cunden por todos lados. En realidad, nadie espera que una autoridad lo confirme públicamente por los medios de comunicación, sino que el shock venga en boca de los choferes o de sus mismos ayudantes –por no llamarlos escuderos-, que aunque jóvenes, ya saben cómo lidiar –incluso si el caso obliga el uso de la violencia física- con los pasajeros renuentes, sin importarles las canas o su condición de salud. Otros más temen a la tensión que ese aumento pueda causar, y que redundará en contra de un servicio que muy lentamente ha presentado notables mejoras, y ya cubre su horario hasta el atardecer.
A Ramón Chacón, que va a Palmira, le subieron de golpe 7 mil bolívares y ahora debe cancelar 15 mil bolívares. Él trabaja en la alcaldía de Palmira, pero motivos de salud le obligan a trasladarse al Hospital Central para unos exámenes previos, necesarios, para una intervención quirúrgica que debe hacerse. Un catéter adherido a su cadera nos dice de una delicada condición de salud, que no le permite andar mucho a pie y sin embargo debe hacerlo, pues no está dispuesto a pagar un pasaje más para movilizarse por el área urbana. Él sabe que muchos de sus vecinos sin vehículo particular sencillamente no pueden acercarse a la capital, y que a toda costa evitan venir, a menos que sea una causa de fuerza mayor.
Para él, su opción es tomar una unidad de Transtáchira, con un pasaje más económico, pero para eso debe madrugar porque no pasan con la frecuencia que quisiera.
Aumento temerario y abusivo
Para Jesús Noguera, miembro del Comité de usuarios y usuarias del transporte público, este aumento representa un abuso temerario que los dueños de las líneas han tomado en contra de la población de escasos recursos económicos, especialmente los estudiantes, las personas de la tercera edad y con discapacidad.
“Ellos –sostiene Noguera— están actuando con la anuencia de las autoridades que tienen competencia en materia de fijar las tarifas urbanas y suburbanas. De manera abusiva, arbitraria, estas se imponen, ante unos alcaldes que no hacen respetar los derechos del pueblo, especialmente el que habita el área metropolitana. Los ediles no hacen respetar los acuerdos que ellos mismos aprobaron, donde se establece que para San Cristóbal, el pasaje debería estar en mil quinientos bolívares. Mi llamado es al defensor del Pueblo y al director regional del INNT, para que hagan operativos, con el apoyo de funcionarios policiales, para que verifiquen que se está cobrando el pasaje correcto y se apliquen sanciones aleccionadoras, porque si no es así, ¿hasta dónde vamos a llegar?”.
Freddy Omar Durán