Durante 19 años, la oposición fue renuente en caracterizar al régimen como una dictadura. Prefirió llamarlo gobierno autoritario. De esta manera podría seguir cuestionando retóricamente sus políticas al tiempo que trataba de ganarle electoralmente dentro de unas reglas de juego diseñadas para favorecer al régimen. De haber confrontado a la dictadura chavista como lo que era la oposición no habría podido participar en ninguna de esas elecciones alentando la ilusión electoral.
No bastaron las reiteradas arremetidas del Gobierno contra la Asamblea Nacional para arrancarle a la MUD la noción de dictadura. Seguían repitiendo mecánicamente que esto era un gobierno autoritario mientras el régimen avanzaba, sin frenos, a niveles superiores de represión.
Reiteradas mutilaciones a las atribuciones de la AN y 100 días de masacre en el 2017 obligaron a la MUD a admitir que ciertamente esto es no solo una dictadura clásica, sino quizás una de las peores que se haya conocido en la América Latina. El grave problema que enfrentan ahora los partidos de oposición es como llamar a seguir votando en una dictadura que banaliza el voto, desconoce la voluntad de los electores y usa el acto electoral como aliviadero de las tensiones de la calle.
Es una grave contradicción que la MUD llame a votar por candidatos a gobernadores en una dictadura. Pero es más grave aún vender la falsa ilusión que eligiendo a esos gobernadores se conquistará la libertad. Eso significa jugar dentro de las reglas de juego democrático del Estado chavista. Apostarle a la ilusión que votando, algún día, de alguna manera, los chavistas se cansarán de gobernar y entregarán el poder.
En realidad, no hay argumentos para justificar ir a votar y legitimar a la dictadura. Lo único que hay son falacias que tratan de emboscar al elector desesperanzado y desprevenido diciéndole que si no vota, entonces gana el candidato del gobierno. Justamente el tipo de razonamiento que el régimen quiere implantar en la mente de los opositores para que mansamente acepten el resultado electoral del CNE y todo siga igual.
Hay una extraña coincidencia que une a dos aparentes adversarios, MUD y PSUV, en un mismo coro para llamar a votar. Para quienes no entendemos esos lances del azar, hay otra forma de votar contra la dictadura: La abstención consciente para no hacerle el juego al chavismo, para no hacer lo mismo que hemos hecho durante 19 años.
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Humberto González Briceño