Dentro de la crisis que afecta al transporte en general, los taxistas cuentan su propia historia. Luchar porque su trabajo alcance para proporcionar una subsistencia digna para ellos y los suyos pasa por una serie de obstáculo entre los cuales la escasez de gasolina representa uno de ellos.
De interés…
Cada vez son menos los taxistas que trabajan de manera independiente, al menos dentro del casco urbano de San Cristóbal, de tal manera que son las líneas organizadas las que tratan de mantener el servicio ofreciendo a veces a los clientes diversas modalidades de pago
Freddy Omar Durán
Laborar como taxista ha representado el trabajo independiente por excelencia, y resultaba la alternativa de comerciantes y profesionales que no hallaban ingreso en sus escenarios económicos naturales.
Pero hoy día, como se evidencia, muchos de quienes se dedican a esa actividad, lo hacen por amor al oficio, porque tienen su cartera de clientes personales, o hacen parte de una línea organizada a la cual acuden los pasajeros en busca del servicio, sin necesidad de estar de arriba para abajo a la caza de ellos.
Pero para nadie es un secreto la deserción dentro del sector de quienes han preferido dedicarse a otra cosa, se han ido del país, o simplemente han tenido que dejar sus autos parados, pues no hay con que volverlos a poner a rodar.
Los que se mantienen siguen con las esperanzas de que la cosa va a mejorar, y que la carencia de pasajeros, las condiciones desfavorables para trabajar por la falta de combustible y repuestos. Hacer 4 carreras o hasta 6 viajes al día representa para los taxistas un “buen día”, y no precisamente en términos económicos, pues con ellos no estarían garantizando ni el mantenimiento del vehículo. Por supuesto, de esto último depende el kilometraje que se le fuerce a un automóvil, y por ese motivo hoy en día estar vagando por toda la ciudad y sus alrededores en busca de pasajeros no tiene mucho sentido, pues se está trabajando mejor con los clientes que los buscan a ellos.
Ya hoy en día se habla en dólares, un cambio de aceite y filtros puede salir en 30 dólares, y al mismo se ve obligado un taxi en plena productividad cada mes. Un caucho sale en casi 50 dólares, teniendo como opción más económica los “reencauches”. Eso rogando que no salgan las dolorosas “eventualidades” siendo la más crítica el arreglo de un motor que se acerca a los 700 dólares. Y ofrecer comodidades al cliente como el aire acondicionado también infla el presupuesto, en tanto su mantenimiento está por el orden de los 100 dólares mínimo.
Carreras en pesos
Hoy día una carrera se cobra en pesos, y la mínima está en 5 mil pesos, y de ahí para adelante lo que dicte la distancia, y la hora del día. Por eso cada vez, e igualmente agarrar uno vehículo en la calle resulta difícil, evitando una sorpresa, más los pasajeros optan por llamar a su taxista de confianza, sabiendo de antemano cuánto van a gastar, e incluso pagando a través de una transferencia, pago móvil –modalidad más usada en otras ciudades del país- o cualquier otro forma de cancelación. Porque aún ni en emergencia muchos, pues así el bolsillo lo exige inexorablemente, están dispuestos a pagar un abuso…sencillamente les resulta imposible.
Un grupo de asociados a la empresa Antonio José de Sucre aprovechando el receso que les permite la misma ausencia de clientes, dispusieron algo de su tiempo para compartir sus inquietudes; pero también sus esperanzas de que febrero muestre un repunte, y no vaya a presentar una demanda tan baja como la de enero.
Incluso las líneas, y ateniéndose a la relativa estabilidad que les permite cobrar en moneda extranjera, tienen su propio baremo. Esas empresas tratan de mantener una rentabilidad a partir de cierto gasto operativo, que cubra los gastos de su personal que no comprende solo a sus asociados, pues en nómina se incluyen operadores, fiscales de pista, etc.
Los taxista aceptan que para muchas personas pagar un taxi representa un “lujo”; en contraste con el pasado cuando incluso algunas personas no conocían otra manera de movilizarse por la ciudad, las busetas les parecía algo incómodo y lento. Al menos en el Táchira, es su parecer, se maneja la economía en pesos, porque ya si se rueda hacia el interior del país, deben tener disponibilidad de “dólares” para cualquier emergencia.
Impactados por una economía en crisis
Cada vez son menos pasajeros, y en correspondencia con esta preocupante estadística, a lo que se le suman otros factores más, cada vez son menos taxis prestando el servicio. ¿A que otros factores se confabulan también?
Como nos ilustró Jeisón Chacón, directivo de la línea Antonio José de Sucre y representante del sector ante la Mesa del Combustible, otro problemas que afectan al sector se relacionan con cadena de comercialización de los repuestos, con en la falta de renovación de flota, las últimas de las cuales ocurrió en 2011, y en el 2016 con los Chery Orinoco que fueron distribuidos de manera muy puntual; la merma de la capacidad adquisitiva del venezolano; y la decadencia de los grandes centros comerciales, o aquellos espacios de gran afluencia de público donde más urgente se hacía la prestación del servicio.
Si bien los taxistas organizados luego de insistencias, luchas y negociaciones han hecho respetar la adjudicación de una estación de combustible para ellos en Las Lomas, esto no significa una solución definitiva teniendo en cuenta que los que trabajan de manera independiente se han visto afectados por la reducción del cupo y la frecuencia de abastecimiento del cupo 6 veces al mes. De otra parte, aquellos residenciados en otros municipios se han visto en la obligación de trasladarse hasta San Cristóbal, lo que conlleva “quemar” innecesariamente gran parte del combustible que ya de por sí costó conseguir.
El último censo
De acuerdo al último censo 219 líneas operan en 9 municipios, y aunque no se sabe con exactitud cuántas han cerrado sus operaciones, se sabe eso sí que algunas apenas si se mantienen con un solo vehículo rodando.
También es cierto que muchos de esos socios han preferido “trasplantarse” a los alrededores del Terminal de Pasajeros, para ofrecer sus viajes por puesto a la frontera, que si bien en un principio parecía representarles un buen ingreso, ya se les ha puesto pesado, teniendo muchas veces que ofrecer por el puesto 6 mil pesos, cuando en diciembre el mismo pudo haber llegado hasta 10 mil pesos.