Enrique Márquez: “En nuestro país la Constitución está básicamente de adorno”
23 de noviembre de 2024
Carlos Orozco Carrero
Mexicana se llamaba una perra que tenía mi tío Melquiades. Oído y olfato en su máxima exigencia para detectar cualquier aroma o movimiento que notara en casa. Apenas el animalito movía las orejas, mi tía decía: -Alguien viene por ahí. Y, efectivamente, siempre aparecía Cosme en búsqueda de cafecito a cualquier hora del día. La perra no era brava. Mexicana era fastidiosa y se paseaba dando coletazos y tumbando adornos por toda la casa. Un día se salvó de que Pulqueria la sacara a patadas y la dejara lejos, en río Negro. Le despedazó unos adornos cachicameros que le trajeron de Caracas unos familiares. Todos defendimos a la pobre Mexicana. –“Golió” que le iba a dar sus rejazos, decía mi tía. Pobrecitas las dos. Bueno, la perra se murió de vieja y Pulqueria quedó con el resabio de comentar algo con sorna: – Algo “golió” Mexicana, cuando le parecía sospechosa una situación en la casa. El día que Melquiades llegó con una marca de pintalabios en la camisa, duró la vieja refunfuñando casi un mes: -Algo “golió” Mexicana. Cosme juró por su vida que había sido Arbonio el que pintó al viejo para echarle broma y complicarle la vida en casa. Aseguró el compadre su cafecito diario y Pulqueria dejó esas dudas amorosas que la estaban matando.
Preolímpico Sub-23, Vuelta a San Juan, Serie del Caribe, fútbol nacional y otros compromisos deportivos nos motivan a disfrutar de nuestros representantes en competencias de alto nivel. Me gusta, cariños.
Bloquean chips a los abusadores “pimpineros” y las colas para gasolina nunca merman. -¿Algo “golió” mexicana en materia de combustible?
Ocurrió después de disfrutar la faena realizada magistralmente por el gran Paco y Manzanares. Algarabía y Fiesta Brava para todos. “Gentidalones”, diría Pulqueria, al ver multitudes multicolores en disfrute colectivo. Las muchachas. Ah, las muchachas, señores. Y fue, precisamente, como cantara el gran Agustín Lara, en un tendido de sol, donde encontramos a aquellas pegotas, llenas de vida y con sus respectivos sombreros, en aceptación para entrarle al baileteo en una caseta después de la corrida. En la salida de la plaza de las emociones todo es empujadera y pisotones, producto del escurrido de las botas toreras que van rompiendo vientos por los graderíos en Pueblo Nuevo. Luisito señaló la urgencia de llegar al kiosco más cercano para saciar esta sed infernal que acompaña a los roedores que arrugan gargantas después de esos soles calientes de enero. En la marcha nadie mira el piso por la vía. Y ahí fue donde nuestro amigo uribantino metió su pierna en un enorme hueco que habían dejado sin rejilla. Hasta las muchachas colaboraron para sacarlo de allí. Rapidito llegamos al puesto de venta y pedimos seis bien frías en vasito. Conversa y promesas de acompañamiento por toda la feria con las chicas. Alguna inquirió sobre un lugar para descargar vejigas fiesteras. Le señalamos un sitio de exposición que contaba con sus baños limpiecitos. Ellas enfilaron hacia el local y Luis cayó al piso como partido por un rayo. –¡Ayyy….Ayyyy…Ayyy! – ¿Qué te pasa, compadre?– ¿Qué tienes? Nuestro amigo se agarraba la pierna y nos mostraba el pellejito arrejuntado sobre la rodilla, producto de la caída al hueco destapado. ¿Y por qué no dijiste nada, pendejo? -Me daba pena con las muchachas, amigos. (Carlos Orozco Carrero)
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