Eiseo Suárez
Bien sabemos que todos los seres vivos tienen sus formas o maneras propias de expresar o de comunicar algo, son como sus idiomas. Cada especie cuenta con el suyo propio y mediante él establecen diálogos incomprensibles para las otras y más para nosotros. Creemos que esas formas de comunicarse con sus allegados responden a necesidades vitales, tal vez de manifestar algo, de expresar estados de ánimo, deseos o carencias. Ciertamente, son lenguajes para el solo entendimiento entre ellos, no para nosotros.
En los seres humanos, la comunicación se inició en forma muy rudimentaria, muy primitiva: por gestos, por la mímica, después por el mágico sonido de la voz y, más tarde, por los signos gráficos, por la escritura. La evolución no se ha detenido, los humanos contamos con el privilegio de estar dotados de un perfecto sistema intelectual, poseemos grandes facultades mentales para inventar, para crear y para descubrir. Y, haciendo uso de ese privilegio, fue como el hombre llegó a crear las dos formas o maneras de comunicación: una mediante la voz, el hablar, y tiempos después la de la escritura, ambas se hacen con la palabra, que es como su materia prima y a la cual técnicamente se le denomina “signo lingüístico”. Gracias al invento de la escritura, hecho por el hombre, podemos leer la Biblia, la historia, la filosofía, las grandes obras literarias, como también los textos y libros de ciencias. Hablar, leer y escribir son las más importantes formas de expresión, de información y de la comunicación humana. Con la palabra se hace el periodismo escrito, radial y televisivo, llamados a cumplir la muy importante función social de informar y opinar, ajustándose, naturalmente, a la ética de esa profesión. Contamos, entonces, con la misteriosa comunicación interpersonal, oral y escrita, no solo entre personas presentes, sino también a distancia.
Ante semejantes formas de comunicación entre los seres humanos, surgió la necesidad de establecer disciplinas que rigieran su manejo y adecuado uso. En razón de lo cual el hombre inventó los idiomas y, además de ellos, las respectivas gramáticas de cada uno. Pues las palabras deben ser bien empleadas y significativas, para que se combinen armoniosamente y resulte placentero el leerlas, escucharlas y pronunciarlas.
Los afanes del hombre por el prodigioso mundo cultural lo han llevado al asombroso mundo de la comunicación satelital en sus diversas y variadas formas que conllevan la información “instantánea” en la ocurrencia de los hechos. Y, cabe aquí preguntarnos: ¿cuándo apareció la escritura? Cuenta la historia que la escritura apareció primero en la Mesopotamia, allá por el año 3.300 a de C., y que fue un aporte de la cultura sumeria; luego le siguieron los asirios, más tarde los babilonios y después los egipcios. (En la próxima entrega hablaremos sobre el idioma castellano) Eiseo Suárez Buitrago )[email protected]