Regional
Tres días de cola por combustible para trabajar a duras penas dos
19 de febrero de 2020
En estos días el suplicio del desabastecimiento se concentra en los vehículos a gasoil. El transporte de productos, especialmente de primera necesidad, y el de pasajeros, sufre un fuerte estancamiento que muchos temen pueda reflejarse incluso en el costo de los productos de la canasta básica y el traslado de pasajeros desde San Cristóbal hacia otros municipios.
Freddy Omar Durán
De interés
Apenas 100 vehículos de transporte público pueden surtir cada día; el resto debe quedarse para el día de mañana, pero está prohibido permanecer en el sitio.
A extremo y extremo de la avenida Simón Bolívar, conocida como la Marginal del Torbes, se puede ver cómo el desabastecimiento de combustible está afectando la productividad en el Táchira.
Desde la entrada al barrio El Río, hasta el elevado de Puente Real, en sentido norte-sur, en varios días se arman y rearman las colas de buses y busetas que se abastecen en la estación de servicio de Madre Juana; por otro lado, en sentido sur-norte, desde el puente peatonal del barrio El Paradero, es al transporte de carga pesada que le toca la larga espera, hasta un poco antes de la entrada al barrio El Río, a punto de encontrarse con su similar, en sentido opuesto.
Una larga espera en la que ya se agotan los temas de conversación y las pilas del celular, para así sea entretenerse chateando o informándose, como también ya se agotan las reservas de agua y comida; en fin, se agota la paciencia.
Por supuesto, las colas de la gasolina también se mantienen; pero mientras en la estación de servicio Lago Torbes, los vehículos-taxi, especialmente aquellos que cubren la ruta San Antonio-San Cristóbal, casi que entraban y salían inmediatamente; en La Famosa, alrededor de las diez de la mañana, la cola de vehículos a gasolina, que estaba en sentido opuesto, le estaba ganando a la de camiones, aunque con la tranquilidad de que la gasolina sí había llegado y podrían contar con que la espera de unas cuantas horas no había sido en vano… a menos que otro enemigo energético se les atravesara: el corte del fluido eléctrico.
¿Resignación o desconsuelo?
Jesús Mendoza, que cubre la ruta entre San Antonio y San Cristóbal, con un gran suspiro responde cualquier pregunta sobre el abastecimiento de combustible. Apenas si ha hecho un viaje en el comienzo de la semana, y no sabe si hará otros más el resto. Dice que le da pena, ya no atender a la familia, para estar dedicado a algo que ni siquiera es actividad, ni mucho menos trabajo, pues apenas si se trata de establecer las condiciones para laborar, las cuales de por sí ya están afectadas por la merma en el número de pasajeros.
Por su parte, el conductor Arturo Cuevas, perteneciente a la línea Alberto Adriani, debe movilizarse a otros estados del país para traer pasajeros a la frontera. Ya llevaba mucho tiempo sin aprovisionarse en Táchira, prefiriéndolo hacer en Mérida o Trujillo, donde los problemas de desabastecimiento no han sido tan graves, sin con ello querer decir que por allá se esté mejor.
La única manera de pasar el tiempo entre los conductores es la charla, que de amena ha pasado a estar intercalada por largos silencios, que a medias los rompen rumores de lo que está pasando en la gasolinera: si la cisterna llegó, y si llegó, con cuántos litros; que si unos están pasando y otros no, etc., etc.
Lo que sí se corroboró era que todos los días estaba llegando una gandola con 14 mil litros –como ha venido anunciando el Gabinete del Combustible-; pero solo se están marcando, máximo, 100, una cifra superada por los vehículos en espera, que al menos los rezagados aspiran a un número y estar en lista, para poder retirarse y volver a hacer la cola al día siguiente. Todo este proceso hace que, al menos para el gasoil, se requieran alrededor de 3 días para abastecerse de unos 70 litros, aptos para trabajar solo dos o unos cuantos más, si se reducen las “vueltas”, es decir, desmejorando el servicio, situación ya padecida por muchos usuarios.
Aunque se achaca estas colas a los factores ya consabidos, como la escasez del combustible, la tardanza de las gandolas y el mercado negro, hay otro que, aunque siempre ha estado en la jugada, tiene especial incidencia actualmente: los apagones. Porque cuando todo parece ya en orden y en funcionamiento, repentinamente puede haber un corte de energía, cumpliéndose aquello de “tanto nadar para morir en la orilla”: un toque de suspenso para una película que los conductores tachirenses no quieren protagonizar.
“Le vendo la camioneta”
Camiones de empresas reconocidas, o de particulares que prestan servicio de fletes o transporte de todo tipo de mercancía seca o alimentos, sufren su propio estancamiento.
“Esto no es negocio –afirmó Wender Rodríguez-, esto no es vida; esto de soportar un día de cola no tiene sentido y, al final del día, uno se pregunta ¿qué he hecho?”.
Muchos denunciaron que, aunque para la carga pesada hay una estación de servicio determinada para abastecerse de gasoil, han visto busetas que nada deben hacer ahí y logran “coronar”, por lo que pidieron se investigue esta situación. Se quejaron de que solo puedan alcanzar 40 litros diarios, y que algo adicional se puede lograr a través del “entendimiento”.
Para ellos, ya el transporte de carga pesada no constituye ningún negocio e incluso un conductor, muy seriamente, le dijo al equipo reporteril “estoy vendiendo el camión”, y cuando se le respondió con risas, no lo tomo muy bien, pues estaba hablando en serio…