Opinión

Igualdad soberana

20 de febrero de 2020

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Las recientes sanciones a la aerolínea Conviasa han hecho más visible para el ciudadano común la naturaleza del conflicto en el que se encuentra envuelto nuestro país, ya que muestra de forma más específica una acción que afecta a la población y que proviene del extranjero.

No estamos en presencia de una confrontación que se reduce a elementos internos, sino que de manera simultánea se desarrolla una disputa de naturaleza geopolítica todavía más difícil de manejar y que complica la búsqueda de soluciones.

Como se sabe, Venezuela se ha desprendido del dispositivo geoestratégico estadounidense, una separación que no es fácil de asimilar por Washington, en la medida que nuestro país está ubicado en lo que algunos llaman ahora, no el backyard, sino el garden de Estados Unidos, es decir, una “zona de influencia” reservada.

ALTERNANCIA

Esta realidad ha conducido a una confrontación entre dos Estados, que se superpone al conflicto interno entre élites políticas, grupos sociales y proyectos de país contrapuestos.

Ahora bien, la confrontación interna es más fácil de encauzar que la de naturaleza geopolítica, ya que las élites dirigentes con respaldo mayoritario tienen numerosos elementos comunes que les permitirían crear mecanismos de convivencia y alternancia.

Después de todo, la preminencia de lo popular en los asuntos del Estado es una horma de la que no pueden escapar con facilidad las clases dirigentes mientras dependan del voto, sobre todo porque el proceso de emancipación es difícil de revertir en un país de la guerra federal, el empuje del AD de los primeros tiempos y del reciente proceso chavista de visibilización e irrupción de las clases populares.

Al mismo tiempo, la constatación de un equilibrio en la correlación de fuerzas impide que uno u otro sector, del lado del Gobierno o de la oposición, pueda imponer su “programa máximo”.

Razones hay, y suficientes, para que se produzca una alternancia en el Ejecutivo. Mala gestión pública, desinstitucionalización, arbitrariedades y un prolongado período de permanencia en el poder, que desgasta.

Sin embargo, un cambio de élites puede representar la inserción en un mecanismo en el cual Venezuela se integre en condiciones de subordinación al dispositivo estadounidenses y se resquebraje su independencia como Estado. Para decirlo con una metáfora, que no sea “un vecino”, una “casa de enfrente” de EE.UU., y sea, efectivamente, “su jardín”.

Estas circunstancias dificultan la alternancia en el poder, porque ningún Estado ni sus fuerzas armadas pueden abdicar a su función de preservar la independencia nacional ni abandonar el concepto de igualdad soberana.

Mientras no se admita que este es un punto clave, prioritario, para buscar soluciones al conflicto venezolano, no se avanzará. Al reconocerse el problema, se pueden construir, en un diálogo, formas de cooperación y de amistad entre las dos naciones.Leopoldo Puchi

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