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Si revisamos por dónde va el nivel de imposición del modelo revolucionario comunista en Venezuela, debemos admitir que está llegando a los niveles territoriales de su calle, edificio, barrio, urbanización, aldea, pueblo y, con ello, a las ciudades.
Dos objetivos persigue el régimen: 1.- imponer a sus militantes como intermediarios entre el ciudadano y la resolución de su problema; es el caso, por ejemplo, del gas, la señora (or) que se encarga de hacer la lista y la intermediación es chavista (siendo minoría en todos los sectores urbanos y rurales), es quien dice cuándo y dónde se deposita el dinero, y por supuesto, el pago en pesos. En la práctica, son muchos los que pagándoles lo que ellos llaman “gestiones” cobran, y al final usted lo financia. Son los que hacen la lista del Clap, llenan las eternas planillas de censos de cuanto se les ocurre.
De esta forma, le imponen a usted un funcionario del PSUV que, siendo minoría y casi único en su comunidad, termina siendo su jefe.
El segundo objetivo, y más importante, es el habituamiento a la crisis, al racionamiento, al no hay nada, a la Venezuela donde nada funciona, buscan habituarlo a lo anormal, a la pobreza.
Esto forma parte de lo que se denomina revolución cultural, nos cambiaron los hábitos, tradiciones y forma de vida; ¿cuál es el propósito? Bueno, si usted se habitúa a la crisis, llegará el momento que la crisis dejará de serlo en razón de que se convirtió en su forma de vida. Es exactamente lo que sucedió con los cubanos, se acostumbraron, incluso, a no trabajar y esperar todo del papá Estado.
¿Qué hacer? Lo primero es que usted internalice el hecho de que cualquier solución que comporte la salida o desplazamiento del régimen, pasa necesariamente, con cualquier fórmula, por la presión interna, que es la que debe ocuparnos a nosotros, la presión externa le corresponde a la comunidad internacional, y lo está haciendo.
Ahora bien, este proceso revolucionario socialista, cuando restringe su calidad de vida y lo somete al racionamiento, le está robando sus derechos, se los está eliminando. Como consecuencia de ello, el ciudadano, en su comunidad, debe recuperar el espíritu democrático de la asamblea de ciudadanos, convocarla, y plantearse la discusión y las acciones a seguir frente al problema de la electricidad y su falta de servicio, por ejemplo. Al régimen no le interesa resolverla, él la creó, busca que usted se acostumbre; es cuando debemos entonces plantear la necesidad de la protesta pacífica.
“Cacerolear” cuando se va la luz, por ejemplo, por 20 minutos, le permite a usted romper con el habituamiento, así se le fractura al régimen su propósito cultural, se asume una conducta diaria de resistencia, que es protestar permanentemente, en reclamo de su derecho conculcado, y si todos se suman, seremos muchos en esta actividad que psicológicamente impactará en muchos, despertándolos de la desesperanza aprendida y entenderemos que somos una mayoría que se comienza a movilizar.
Este es un ejemplo de lo que se puede hacer, sumado a las protestas conocidas; cuando los demócratas convocamos asamblea de ciudadanos para elegir, por ejemplo, quién es el representante de esa comunidad para los asuntos del gas, y así se lo hacen saber a los responsables del suministro.
Hacer valer el hecho vinculante del resultado de la asamblea de ciudadanos, así para todo incluida la protesta por los servicios.
¿Qué logramos? En primer lugar pasar a tener control territorial desde el barrio, otorgarle la importancia al hecho democrático de discutir y llegar a conclusiones y acciones, y con ello frenamos la imposición del funcionario chavista como jefe local; rompemos el habituamiento con la protesta diaria, asumiendo la resistencia como forma de vida, y se activa el músculo que no quiere nada con el comunismo, activando la presión interna.
No espere por nadie. Tome usted la iniciativa.
Dios lo bendiga.
Carlos Casanova
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