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26 de noviembre de 2024
Ricos y pobres; blancos y negros, raza o credo político. Nadie está excepto del coronavirus, como si se tratara de las siete plagas de Egipto; se ha propagado por el mundo este flagelo, sin “pedir permiso” ingresa en el hogar del humilde, del poderoso, no importa donde, causando estragos al estilo de un terremoto de alta intensidad, dejando miles de víctimas fatales por doquier.
Y el deporte, con sus atletas de alta competencia, profesionales y aficionados, a nivel de todas las disciplinas, también ha caído en las garras de este terrible virus: silencio total en la casi totalidad de los escenarios del universo, paralizadas las grandes Ligas de fútbol; las Grandes Ligas de Béisbol quedaron en suspenso, se desconoce su inicio; la NBA, el mejor baloncesto del mundo, el Campeonato Mundial de Automovilismo y hasta los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en el ojo del huracán, su organización se resiste aplazarlos, consciente de las pérdidas millonarias que acarrea la no celebración en la fecha prevista.
Una especie de prueba para los seres humanos que habitan en el planeta tierra…cuarentenas obligadas en países y continentes, guardarse en los hogares sin saber hasta cuándo: miedo, terror y pánico para unos; y aparente tranquilidad para los más incrédulos, quienes aún se resisten a aceptar la realidad, como si se tratara de una pesadilla pasajera.
La realidad con sus hechos está a la vista de todos los mortales, sin que se pueda ocultar. Tirios y troyanos se culpan, pero sin que nadie a ciencia cierta sepa de donde vino el coronavirus; más letal que el sida, el cáncer o cualquier otra de las tantas enfermedades que han acabado con millones de seres a lo largo y ancho de todo el universo.
Los grandes clásicos del mundo del fútbol; el Real Madrid-Barcelona; el Manchester City-Manchester United; el Boca Juniors-River Plate; el Deportivo Cali-América de Cali o el Deportivo Táchira-Caracas FC, en cuarentena, con sus aficionados en ascuas, todos ante la misma expectativa: ¿Cuándo volverán…?, en meses o en un año como tarde..?, pregunta sin respuesta, al menos por ahora.
El mundo sin deporte no es vida, el comentario obligado en estos momentos en el más recóndito lugar del mundo. ¿Estaba preparada la humanidad para esta calamidad…?, una tragedia universal que tiene confundidos a unos y otros, crédulos o no…
Aquí en Venezuela apenas transcurre la primera semana de encierro obligado. Muchos pasaron la prueba, quienes a duras penas han logrado subsistir en esta grave crisis que sufre el país a todos los niveles. Pero las más vulnerables, los que nada tienen, esos que llevan varios años sufriendo a los embates de una situación insostenible en la patria del Libertador Simón Bolívar, que futuro inmediato les espera, sin duda un porvenir bastante negro.
Un parroquiano, en la cola o fila de un supermercado esperando para el pago de unos pocos productos para llevar a su hogar, muy preocupado le comentó a un amigo que estaba a su lado: “Qué será de nosotros, de nuestras familias, aquí y en el mundo, hasta donde nos irá a llevar el coronavirus; acaso será el fin de la humanidad, o una prueba del propio Dios que nos creó; o una especie de castigo producto de todo lo que se está viendo, la falta de temor, la pérdida de valores, la humanidad corrompida, cada quien torciendo para sus propios intereses, algo así, como sálvese quien pueda.”
El grito de: Goool… jonrooon, cesta de tres y otros de los tantos orgasmos que se viven en el deporte, por el momento están silenciados en las gargantas de narradores y aficionados en el mundo…
Homero Duarte Corona
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