Nacional
El coronavirus contagia los chats, grupos y estados en WhatsApp
24 de marzo de 2020
Cadenas de oraciones, mensajes que vaticinan el fin del mundo, informaciones falsas, contactos útiles, métodos de prevención y noticias inundan la aplicación de mensajería. Ahí también se registran trifulcas y conversaciones en medio de la incertidumbre. De día y noche periodistas tratan de frenar la ola de rumores
El viernes 13 de marzo los chats personales y grupos de WhatsApp “explotaron” en Venezuela. Mientras no paraban de llegar mensajes, Delcy Rodríguez, vicepresidenta Ejecutiva de la República, confirmaba los dos primeros casos de Covid-19 en el país.
Desde entonces, no pasa un día en el que la información sobre el coronavirus, verdadera, dudosa o falsa, se cuele hasta en las conversaciones de los grupos que presumían de normas estrictas para cumplir su finalidad.
El WhatsApp ha servido para todo y para todos lo que hacen uso de él. Desde las personas que se encargan de difundir en sus estados o grupos información verificada, métodos de prevención, contactos útiles que pueden salvar vidas, chistes, historias fantasiosas, cadenas de oración, memes, capacitaciones, recomendaciones y mensajes solidarios para sus vecinos.
Hasta para las personas que se burlan, difunde cadenas y rumores falsos que se viralizan rápidamente e impactan incluso a las personas que no acceden directamente a ellas.
A Sonia Soto no para de sonarle el teléfono. “Leerlos todos me tomaría gran parte del día”, dice. No es la única que admite que en ocasiones “tantas cadenas los ponen nerviosos”.
Los entrevistados estiman que reciben hasta un 50% más de mensajes de los que recibían antes de la cuarentena y que de cada 100 al menos 90 están asociados al Covid-19.
Más de la mitad admiten que si bien no comparten las informaciones falsas y rumores, tampoco les ponen freno a las personas que las comparten. “Las leo y listo”, dicen.
Un trasfondo multicolor
El psicólogo Víctor Coronado ahora usa más el WhatsApp. “Siento que debemos hacer algo al menos en nuestro círculo familiar. Podemos replicar la información preventiva que sepamos que es verdadera”, comenta.
“De WS en estos momentos me gusta que no tengo contacto directo con la personas y evito el contagio. Puedo informar de forma inmediata en tiempo real, sin embargo, se dificulta el apoyo y asistencia. También hay que estar conscientes que no llegamos a muchas personas”, asegura.
Entre los principales beneficios que destacan los usuarios en medio de la pandemia y cuarentena resaltan los de comunicarse rápido y de manera sencilla con la familia, recibir y compartir información gratuita sobre el comportamiento y prevención del virus.
Además sostiene que es un espacio de distracción y entretenimiento, que les permite conocer recursos como el bot de la OMS, y que también trabajan y mantienen contacto con sus compañeros y acceden a capacitaciones.
Sobre los contras mencionan que en WhatsApp “la especulación y los rumores superan la realidad”. Ana Montiel, una trabajadora del sector público dice que siente terror y perdió hasta el sueño.
“Dicen que todo es mentira. Que quieren tapar la escasez de gasolina. Tantas cadenas desesperan a la gente y por eso hay compras nerviosas”, afirma.
Terreno minado
En los grupos de WhatsApp también se registran trifulcas a causa de contenidos compartidos o los argumentos que intentan sustentarlos. Con frecuencia las personas deciden salirse o advierten que lo harán.
“comenzaron a culpar al gobierno y otros a defenderlo. Me canse y les advertí que me saldría. Yo no, pero varios si lo hicieron”, dice un transportistas. También se viven situaciones tensas al desmentir informaciones.
Para muchas personas es el único canal de información que tienen, porque carecen de señal por cable, los canales nacionales poco informan y el acceso a internet es limitado o nulo.
“Es mi ventana al mundo. Sin los audios de mi hija no podría mantenerme en pie”, relata el fotógrafo Iván Ocando.
“Hay muchas emociones de parte de todos los involucrados y varios papeles. Unos son ‘virus desinformadores’ y otros tienen la sensatez o formación exigir verificación de lo que comparten”, comenta la periodista Estefanía Salazar.
“Sentí mucha frustración y molestia ante los desinformadores en un primer momento. Ahora más resiliencia y disposición a enseñar sobre verificación. Aunque me molesto a raticos, creo que lo canalizo mejor. Nos llegó el coco y no estábamos preparados para manejarlo, pero lo veo como una oportunidad para aprender y enseñar”, dice la joven.
Esfuerzos colectivos
En medio de la ola de informaciones medios digitales e iniciativas independientes informan en medio de la pandemia, la censura, el apagón informativo y la cuarentena.
Un ejemplo es Venezuela al Minuto (VAM), una alternativa comunicacional que funciona en WhatsApp, Telegram, Twitter e Instagram.
“Abordamos el tema del coronavirus con mucha seriedad y pensando en información de utilidad, oportuna y verificada para nuestra comunidad”, detalla Jhoandry Suárez, coordinador de VAM.
En dos semanas pasaron de manejar 13 mil suscriptores a cerca de 19 mil en 60 canales de WhatsApp y uno de Telegram.
“Nuestras informaciones se han viralizado, pero por la necesidad de la gente de tener en sus teléfonos contenido veraz y útil, dos premisas con las que siempre trabajamos. También creamos un newsletter con información sobre el coronavirus”, explica Suárez.
El bombardeo de información diario también exige al máximo a las personas que trabajan en la verificación de hechos o de datos. Uno de ellos es Jeafreddy Gutiérrez, periodista de la Unidad de Datos y Fatchecking, quien asegura que lo más difícil es no saber cuántas desinformaciones, de que tipo y si estas en capacidad técnica y humana de enfrentarlas incluso estando aislado.
“El lunes colapsé luego de trabajar dos días sin parar. No solo es tu trabajo formal, sino también el atajar un montón de cosas que circula en los grupos en los que estás. Muchas personas rechazan aceptar las evidencias y no siempre eres el más agradable cuando le dices que la información en la que creen es falsa”.