Regional
Dos mortíferos huecos marcan la extensión de la avenida Los Agustinos
25 de marzo de 2020
Humberto Contreras
Dos huecos -que aparentemente se esconden de las autoridades competentes, pues pareciera que no los ven-, uno de ellos ya convertido en trampa mortal, marcan el principio y el fin de un recorrido por la avenida Los Agustinos de esta ciudad, desde la redoma Los Arbolitos, hasta la estación de servicio La Machirí.
La avenida Los Agustinos, es la vía más importante de la parte alta de la ciudad, la zona noreste, por donde se enlaza, a través de la avenida Industrial, con la carretera trasandina que une San Cristóbal con la parte alta o zona norte, los municipios de montaña.
Con la autopista Antonio José de Sucre, constituyen las dos únicas vías que, para transporte automotor, permiten atravesar el Táchira en sentido norte sur y viceversa. Ello hace que esta avenida tenga un fluido tráfico en ambas direcciones.
Una vía de esta categoría requiere por tanto, la atención de las autoridades nacionales, regionales y municipales, para garantizar con un buen mantenimiento, la seguridad de quienes a bordo de vehículos se desplazan por ella. Pero no es así.
Un cráter mortal
Yendo en dirección sur norte, es decir, hacia Palo Gordo, por ejemplo, o Cordero, que son los puntos que generan gran desplazamiento, existe un cráter que ya ha cobrados tres vidas humanas: dos motorizados y un automovilista.
Sin embargo, ningún organismo se preocupa por una solución, a pesar de que el hueco ocupa más de la mitad del ancho de la pista asfáltica, y de que allí cabe un auto completo.
Mientras, él permanece con las fauces abiertas, a la espera de otro conductor incauto para quitarle la vida.
En los días posteriores a cada uno de los tres accidentes mortales, han aparecido cuadrillas de trabajadores que luego de tres o cuatro días, colocan señales y se van, dejando el problema supuestamente arreglado. Aunque nunca ha quedado en condiciones totalmente buenas,
De eso precisamente se aprovechan el tiempo y la desidia para horadar de nuevo el inmenso agujero, y construir la trampa que acecha, particularmente en horas de la noche, a conductores desprevenidos, puesto que se trata de una avenida relativamente amplia, que facilita el desplazamiento a velocidad.
Los vecinos consultados, en su mayoría trabajadores o propietarios de establecimientos comerciales, dicen que nunca han explicado la causa de ese hueco. Desde una falla geológica a problemas de un canal de agua subterráneo, son las versiónes que han quedado entre ellos.
Pero hasta ahí. Y además, aunque ya en el centro del agujero se aprecia un incipiente bosque, no hay señales oficiales que adviertan con suficiente tiempo y distancia, del grave riesgo para sus vidas que allí está insepulto, a la espera de que una acción de gobierno eficaz y responsable sea puesta en práctica.
Otro hueco al otro extremo
En efecto, al otro extremo de la avenida, y en la misma dirección del tránsito, justo en el semáforo que da paso a la avenida Universidad de un lado, y del otro, hacia la sede de Asogata, el velódromo y la Unet, hay un hueco que no es natural, y, aparentemente, mucho más fácil de solucionar.
Pero tampoco las autoridades, cualquiera sea a la que le compete esta anormalidad, solucionan.
Se trata de una alcantarilla, a la que le desaparecieron su tapa. El hueco está casi a la mitad de la calzada, interrumpiendo el doble canal de tránsito y obligando a los conductores a buscar el canal necesario para esquivar el obstáculo.
Felizmente, residentes del sector, o transeúntes preocupados, han puesto su grano de arena para hacer visible a distancia el peligro, como se ve en las fotografías.
La población usuaria de esa vía, que es abundante, espera que alguna autoridad se conmueva y actúe en consecuencia, antes de que otra vida complete el tributo que la inoperancia oficial causa.