Gustavo Villamizar Durán
Como resultado de una conversación mantenida con el apreciado amigo Feijoo Colomine a Través de Radio Nacional de Venezuela, decidí dedicar este artículo a la problemática por él presentada, por su indudable pertinencia. Afirmó el Profesor Colomine que Venezuela es el único país del planeta que está siendo atacado no por uno, sino por dos virus de altísimo poder letal. Por un lado, el llamado Coronavirus – Covid-19- que ha volcado sobre el planeta su mortífera presencia y por el otro, un virus con más de 200 años de existencia intentando a sangre y fuego dominar el continente y el mundo desde la Casa Blanca de Washington. Como quiera que aprecio acertado el criterio de Feijoo, dedicaré unas líneas en las que abordaré el tema de las dos amenazas.
El primer virus, es decir el Coronavirus, expandido por todo el planeta azotando con ferocidad, cuyo origen se delata cada vez más en los laboratorios norteamericanos, prestos a complacer la obsesión Maltusiana que ha ido creciendo en algunos cónclaves como las selectísimas sesiones del Foro Económico de Davos (Suiza), en el que comparecen los mandatarios de los países más ricos del orbe junto a los poseedores de los más grandes capitales, el secretísimo Club de Bildeberg que reúne a las mayores fortunas del mundo encabezadas por los apellidos Rockefeller, Rothschild y Soros, entre otros, así como intelectuales dispuestos a pensar en lo que ordenen los poseedores del control económico, la llamada Hidra Mundial (Francois Morin, 2015), compuesta por 28 bancos que ostentan capitales mayores a la suma del PIB de una buena cantidad de naciones, manejan el mercado cambiario, las tasas de interés, emiten el 90% de la moneda que circula en el planeta y crean los productos tóxicos por los cuales pagan después los estados, o sea los ciudadanos de los países pobres o las naciones ricas que atraviesan dificultades financieras.
Esa fiebre Maltusiana recorre desde hace tiempo los pomposos salones donde se reúnen los miembros de tan poderosos comités. Se han experimentado, por su insistencia, procesos de esterilización femenina en África, Asia y Centro y Sur América. Son cotidianas en los países capitalistas las protestas por la reducción de las pensiones y jubilaciones en todo el planeta. Incluso algunas figuras, como Christine Lagarde, ex Presidenta del Fondo Monetario Internacional, se atrevió a manifestar en relación a los jubilados y pensionados: “Los ancianos viven demasiado y son un peligro para la economía mundial”. A atender estas “preocupaciones” de los super ricos del mundo parece dirigido el mortífero Covid-19 que se ensaña ferozmente con la gente mayor en Europa y EEUU. Para más, los sistemas de salud de los países en los que rige el modelo neoliberal, en manos de capitales privados, son absolutamente inalcanzables para los sectores pobres y medios, los cuales no tienen más opción que la muerte. De manera que parecen estar logrando la tan deseada disminución de la población mayor y los pobres, improductivos según ellos, los cuales constituyen un peso para la economía y reducen las ganancias de las grandes empresas.
Venezuela también enfrenta una incansable lucha contra el virus imperial, el cual deseoso de acabar con el proceso de transformación del país, echar por tierra el modelo de justicia y paz en construcción y además, arrebatarnos las riquezas nacionales, no escatima esfuerzos para crear desestabilización, ansiando un estallido social que nunca llegará, se ocupa de acciones de sabotaje, de bloqueo inhumano y cruel de carácter económico, comercial y financiero, que impide la venta de petróleo, el cobro de las transacciones petroleras, atacan sin cesar la moneda, persiguen las cuentas bancarias nacionales, obstruyen la adquisición de alimentos y medicinas, y se niega el acceso al crédito internacional para enfrentar la pandemia. Por si fuera poco y para mostrar descarnadamente su vileza, en medio del duro ataque pandémico, como respuesta al nuevo fracaso de sus acciones golpistas de carácter terroristas, recurre a su trajinado expediente de ponerle precio a la cabeza del Presidente Maduro, su esposa y miembros prominentes de su equipo de gobierno, para intentar armar las bases de una intervención de carácter militar, la cual no se han atrevido a ejecutar y su posibilidad se presenta cada vez más menguada.
Dos virus feroces que fracasarán ante el pueblo digno de Venezuela.