Opinión

El brebaje de los charlatanes

30 de marzo de 2020

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Mario Valero Martínez

En el mercadeo de las fantasías y las expectativas personales se ha posesionado un segmento comercial con diversificadas ofertas promotoras de rituales purificadores del cuerpo y potentes pócimas que alejan todo lo malo, curan enfermedades e iluminan el camino. En las especializadas tiendas esotéricas se encuentran a disposición de los clientes los variados objetos y las imágenes santeras para las correspondientes liturgias, este renglón incluye el busto de Ismael, príncipe de la corte Malandra o Calé. Pero hay más ofertas.  Tras bastidores está el consultorio del personaje iluminado que se describe como un ser dotado de especiales poderes sanadores, ungido acá como representante de una deidad que habita en el más allá. Tienen una cautiva clientela en todos los sectores sociales que atienden en sus espacios físicos y virtuales (Brujos online/curanderos en línea, amarres de amor, hechiceros online, sanación a distancia…) y generalmente se conocen como yerbateros, curanderos y sanadores.

Igualmente en estas tiendas se venden los brebajes multiuso preparados de finas hierbas aderezados con secretos ingredientes y en la parte inferior de los mostradores se amontonan los folletos y las guías con las recetas para el uso de las plantas medicinales que remedian cualquier problema de salud. Estos fascículos también ofertados en las clasificadas estanterías de algunas librerías –cuando existían en Venezuela- junto a los libros de autoayuda, sanación espiritual o el arte de curar, conforman otro seductor, rentable y competitivo negocio.

En la presentación de esos folletos los “autores” hacen breves alusiones a sus experiencias personales y familiares  como prueba certera de la eficacia curativa de sus recetarios de plantas medicinales, refrendadas por opiniones de médicos y botánicos anónimos. Para ratificar el éxito de sus prescripciones facultativas las describen como alternativas medicinales provenientes de “nuestros ancestros”, no se aclara de cuáles ancestros, pero la palabra es rimbombante comodín de certificación irrefutable. Así por ejemplo, se recomienda beber el berro licuado con agua  para curar “la anemia, el reumatismo, la bronquitis, las enfermedades pulmonares y otras enfermedades catarrales, la tuberculosis, la dermatosis, la diabetes, el cáncer, la alopecia, la caspa y combatir las lombrices”. Aunque algunos definen estas manifestaciones como expresiones de la cultura popular, en opuesta perspectiva se considera como una práctica ritual en sórdidos espacios donde proliferan charlatanes irresponsables y embaucadores de oficio.  En todo caso es un rentable negocio extendido por toda la geografía venezolana.

Pero aclaremos. El cuestionamiento al abuso de ese multiuso curativo de las plantas y sus derivaciones esotéricas no debe confundirse con las investigaciones sistemáticas en los centros especializados, laboratorios tecnológicos y jardines de plantas medicinales y ni con los proyectos etnobotánicos.  De igual manera diferenciamos estos rigurosos estudios de las falsas expectativas creadas por esos emergentes personajes embaucadores, curanderos de oficio que, revestidos de una supuesta sabiduría científica, ofrecen sus brebajes –léase por ejemplo el mojillo- para curar cualquier enfermedad, asma, cáncer y hasta el COVID-19.

En este último caso los irresponsables no tienen límites. Promover en cadena nacional de radio y televisión el consumo de ese brebaje como remedio contra el virus que hace estragos en la humanidad, elaborado por un individuo identificado como doctor y eminente científico aunque no presenta credenciales académicas certificadas, es un agravio, una burla a todos los venezolanos, en momentos en que enfrentamos la terrible expansión global  del COVID-19  con un sistema de salud en precarias y alarmantes condiciones. No han importado las opiniones emitidas por los miembros del Instituto de Investigaciones Científicas, se obvian exprofeso las advertencias de los médicos especialistas sobre la inconveniencia de recomendar el brebaje. Y, al igual que en el uso del fármaco Interferón producido en Cuba, que según alerta la Academia Nacional de Medicina no tiene demostrada utilidad terapéutica según las exigencias normativas relativas al uso de fármacos en seres humanos, tanto nacionales como internacionales, se persiste en su consumo. Lamentable y preocupante nuestra situación en estos días de necesaria cuarentena. Solo queda rechazar con contundencia la charlatanería y los recomendados brebajes. @mariovalerom

               

 

 

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