Frontera, Regional
Cuarentena en la frontera: entre la desolación, la calima y los rezagados
1 de abril de 2020
Tanto los funcionarios de la alcaldía del municipio Bolívar como efectivos de la GNB, siguen recorriendo la ciudad para instar a la ciudadanía a cumplir con las medidas
Texto y fotos:
Jonathan Maldonado
A 17 días de la medida de cuarentena, decretada por el gobierno de Venezuela, la frontera presenta diversos escenarios: gran parte de la ciudadanía se mantiene en sus casas mientras las calles y avenidas lucen desoladas. Sin embargo, el retorno de venezolanos, provenientes de Colombia y otras naciones de Suramérica, no cesa.
Al terminal de Pasajeros de San Antonio del Táchira, siguen arribando estas personas luego de haber cruzado por los caminos verdes. Ya en el puerto terrestre, pasan por el protocolo de seguridad sanitaria e, incluso, son sometidos a la prueba rápida de despistaje Covid-19.
“Salgo realmente a lo más esencial. Hoy, por ejemplo, me toca comprar comida”, dijo Eva Durán, del barrio Miranda, al recordar que ahora es por terminal de número de cédula. “La medida no me parece descabellada. Claro, debe eliminarse una vez pase esta contingencia”, resaltó.
Durán ve con preocupación el hecho de que sigan entrando ciudadanos por las llamadas “trochas”. “Me parece que corremos mucho peligro, tengo entendido que por ser venezolanos no se les puede negar el acceso”, acotó.
Aunque en la mayoría de vías reina la soledad, los puntos más visitados continúan siendo los mercados municipales y los establecimientos de venta de productos de higiene y alimentos.
De acuerdo con las autoridades, a la frontera están ingresando entre 400 a 700 ciudadanos al día. La mayoría son migrantes que, ante el panorama que se atraviesa por el coronavirus, deciden retornar a su nación.
Sanciones en San Antonio
La alcaldía del municipio Bolívar, durante sus recorridos por la Villa Heroica, ha sancionado a quienes no acatan las medidas de seguridad sanitaria. “20 ranitas”, ha pedido el alcalde Willian Gómez a quienes sorprende en las calles sin tapaboca.
“Si no hacen la ranitas, entonces los llevamos a cumplir alguna actividad sanitaria”, recalca el burgomaestre frente a unas normas que se ha tropezado con detractores y defensores.