A 44 días de la cuarentena decretada por el Gobierno nacional para evitar la propagación de la COVID-19, la preocupación de muchos se enfoca en cómo conseguir el sustento del día
Jonathan Maldonado
Al mercado municipal de San Antonio del Táchira, todos entran con tapaboca. Es una de las reglas estipuladas para combatir la COVID-19. En sus pasillos, vendedores y clientes portan el elemento sanitario y lo personalizan de acuerdo con sus gustos y estilos. Tanto los colores como la textura, varían.
El tapaboca, a veces, esconde un poco la angustia de muchos ante la paralización de varias actividades. “Trabajo limpiando casas. En los días de cuarentena, no he parado, pues si no hago así cómo me alimento”, se preguntó Yolimar Gutiérrez mientras compraba carne en el mercado.
Gutiérrez ya tiene sus clientes. Como todos, cobra en pesos. “Le toca a uno por día. Voy bien protegida, hago mi trabajo y, al llegar a casa, también suelo aplicar medidas sanitarias”, acotó la dama.
Entretanto, para Ismelda Gutiérrez, de 32 años, ha habido días difíciles pero “se solucionan. Mi esposo se ha rebuscado en varias cosas”, enfatizó mientras dejaba claro que los precios han subido en todos lados. “Uno escucha a los vecinos que el dinero no alcanza”, remarcó.
La joven considera que el aumento del salario integral a 800.000 bolívares, no alcanza para mucho. “Aquí lo que uno compra se paga es en pesos”, resaltó mientras terminaba de adquirir los productos.
“Algunas cosas me las regalan, otras las compro”
La señora Roscio trabajó por varios años vendiendo almuerzos en el mercado. “Mucha gente me conoce y me regala verduras o cualquier otro producto. El resto de cosas, sí las compro yo”, apuntó.
Para la sexagenaria, la situación se torna difícil. Es consciente de que la cuarentena es necesaria para combatir la COVID-19, pero le afana el tiempo que pueda prolongarse el actual escenario. “Muchas veces, lo que hago para el almuerzo, guardo un poco para la noche”, dijo.