Regional
Lobatera ‘la capital del mundo’ despidió a Carlos Alviárez Sarmiento
18 de mayo de 2020
Por las calles de San Cristóbal y por el camino hacia Lobatera las personas con la bandera de Venezuela y de la Virgen, con lágrimas y aplausos, vieron con emoción pasar el cortejo. Su hijo Carlos Miguel Alviárez lo acompañó en la travesía
Juan José Contreras
En un cielo azul y despejado el sol resplandeciente iluminó la espera de los lobaterenses. Desde San Cristóbal venía el cortejo fúnebre rumbo al pueblo. Sobre una Ecomovil de Ecos del Torbes el féretro fue trasladado. El ícono mundial de la radiodifusión Carlos Alviárez Sarmiento nació y vivió en Lobatera, ahora se le daría cristiana sepultura allí.
Con una gran ovación y las notas de la Banda Muncipal Sucre fue recibido el arribo del cuerpo de Carlos Alviárez Sarmiento a su pueblo de Lobatera para rendirle homenaje, allí lo esperaba su compañera de toda la vida Aura Porras. Un momento con una energía indescriptible. El silencio de los que aguardaban desde la mañana frente a la capilla de Nuestra Señora de Lourdes del Humilladero se rompió por las emociones encontradas del hecho, el respetado don Carlos había fallecido.
Más temprano en la ciudad de San Cristóbal el cuerpo del querido locutor fue trasladado a la sede de la emisora en la que trabajó por décadas y que lo dio a conocer como “La voz que casi se ve”, Ecos del Torbes. Por años en los mundiales de ciclismo o en la Vuelta al Táchira en bicicleta narró y comentó los esos eventos sobre las emblemáticas Ecomoviles.
Por las calles de San Cristóbal y por el camino hacia Lobatera las personas con la bandera de Venezuela y de la Virgen, con lágrimas y aplausos, vieron con emoción pasar el cortejo. Su hijo Carlos Miguel Alviárez lo acompañó en la travesía.
Ya estando en “La capital del mundo” como siempre llamó Carlos Alviárez a Lobatera, desde la capilla del Humilladero, el ataúd fue cargado en hombros. Al frente, los músicos de la banda y las voces de los locutores que acompañaron sobre un vehículo con sonido. A los lados y atrás, los habitantes del pueblo y otras almas de contornos aledaños.
Por las calles principales se realizó el recorrido, a la par de los caminantes otros lobaterenses mostraron su respeto y admiración por Carlos Alviárez Sarmiento desde sus ventanas, Todo con una lluvia de aplausos que marcaron con especial distinción ese último andar por las calles de manera física del ilustre personaje.
Por la vía posterior a la iglesia, detrás de la casa cural, el cortejo se detuvo un momento frente a la casona donde desde niño vivió Carlos Alviárez Sarmiento. En su residencia guardaba uno de sus tesoros más valiosos: su biblioteca. Él siempre se sintió orgulloso de haber sido un autodidacta, era un lector empedernido y ese fue el origen de su vasto conocimiento.
Sus años de retiro no lo fueron tanto, porque ocasionalmente regresaba ante los micrófonos, de hecho cada 31 de diciembre puntualmente estaba por medio de la radio en la casa de muchos tachirenses. Carlos Alviárez Sarmiento era un invitado más sin falta en los hogares del estado para hacer la cuenta regresiva y decir “¡feliz año nuevo!”.
Carlos Alviárez compartió con su familia sus últimos años. Navegar por Internet para complementar el conocimiento de sus libros o digitalizar sus discos de acetato eran otros de los pasatiempos que llevó a cabo. Con su equipo especial, cuidadosamente reprodujo sus colecciones de música en vinilo para darle una nueva vida en formato digital.
Una vez que el cortejo dio la vuelta por la Plaza Bolívar, el féretro fue dispuesto sobre la glorieta, frente a la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Lobatera.
Las gradas de la iglesia y el parque frente a ellas eran otros de los espacios preferidos de Carlos Alviárez Sarmiento. Como buen profesional de la comunicación era un apasionado conversador. Incontables tertulias y debates llevó a cabo en ese escenario donde la estatua de El Libertador se posa en lo más alto de un trípode de mármol.
Autoridades civiles, personalidades, familiares y amigos leyeron acuerdos y ofrecieron palabras al ilustre lobaterense a los pies de la iglesia ante la mirada de un pueblo que en cada momento estuvo demostrando su respeto y admiración en ese homenaje.
Los miembros de la Banda Municipal Sucre alrededor del féretro en la glorieta interpretaron dos de sus melodías preferidas. Él fue un admirador de ese patrimonio musical de 114 años cuyo orgullo manifestó en varias ocasiones durante su vida.
Luego de la bendición por parte del párroco Melquiades Pérez en la plaza, el cortejo se dirigió finalmente al Cementerio Municipal de Lobatera para darle cristiana sepultura.
No fue un último adiós, porque Carlos Alviárez Sarmiento siempre estará en el recuerdo y los corazones de los lobaterenses y de los tachirenses. Su legado es ejemplo para los profesionales de la comunicación y su imagen vivirá en la mente de las personas con cada remembranza radial, en el ciclismo, o en una fecha tan especial como los 31 de diciembre. ¡Hasta siempre maestro!