Regional
También en el Táchira hay devoción a Rita de Casia, la “santa de lo imposible”
22 de mayo de 2020
Ha ido creciendo en el Táchira la devoción a Santa Rita de Casia, conocida en el mundo entero como la «santa de lo imposible». En el contexto de la cuarentena que rige en Venezuela, distintos presbíteros de las parroquias del estado han dispuesto hoy imágenes de la santa italiana en los altares de sus templos, y han compartido fotos y oraciones a través de las redes sociales parroquiales.
En viviendas como la de María Moreno, habitante de La Grita, le han rezado la novena durante los últimos días, para pedir por las intenciones particulares y generales de la Iglesia en este tiempo de pandemia.
En varios hogares, desde el confinamiento, también disponen altares a Santa Rita, nacida en 1381 en Italia pero querida con especial intensidad en Venezuela, y antes de la cuarentena en las ventas de imágenes religiosas la suya era una de las más solicitadas.
Como indica el portal Aciprensa, Santa Rita de Casia no tuvo una vida fácil. Hija obediente y esposa fiel, era maltratada por su esposo y vio morir a sus hijos; sin embargo, gracias a su amor a Jesús logró la conversión del marido y ahora es conocida como patrona de los necesitados.
Ella y sus padres fueron analfabetos, pero Dios le concedió a la Santa la gracia de leer. Quiso ser religiosa, pero sus padres le escogieron un esposo y ella aceptó obediente.
Su esposo tenía malas juntas, era bebedor, mujeriego y la golpeaba, pero Santa Rita se mantuvo fiel y en oración. Tuvieron dos gemelos que tenían el mismo temperamento del papá. Tras 20 años de casados el esposo se convirtió, Rita lo perdonó y juntos se acercaron más a la vida de fe. Un día él no llegó a casa y lo encontraron asesinado.
Los hijos juraron vengar la muerte de su padre y la pena de Santa Rita aumentó más. Ni sus súplicas los hacían desistir. La afligida mamá rogó al Señor que salvara a sus hijos y que tomara sus vidas antes de que se condenaran con un pecado mortal. Así ambos padecieron una terrible enfermedad y antes de morir perdonaron a los asesinos.
Más adelante, Santa Rita quiso ingresar con las hermanas agustinas pero no fue fácil porque había estado casada y por la sombría muerte de su esposo. Ella se puso en oración y cierta noche oyó que la llamaban tres veces por su nombre. Abrió la puerta y se encontró con San Agustín, San Nicolás de Tolentino y San Juan el Bautista, de quien ella era muy devota.
Ellos le pidieron que los siga y después de recorrer las calles sintió que la elevaban en el aire y la empujaban suavemente hacia Casia hasta encontrarse arriba del Monasterio de Santa María Magdalena. Allí cayó en éxtasis y cuando volvió en sí estaba dentro del Monasterio y las monjas agustinas no pudieron negarle más el ingreso a la comunidad.
Hizo su profesión religiosa ese mismo año (1417) y fue puesta a prueba con duras pruebas por las superioras. Santa Rita recibió los estigmas y las marcas de la corona de espinas en la cabeza. A diferencia de otros santos con este don, las llagas en ella olían a podrido y tuvo que vivir aislada durante muchos años.
Después de una grave y dolorosa enfermedad murió en 1457. La herida de espina en su frente desapareció y en su lugar quedó una mancha roja como un rubí que tenía deliciosa fragancia. Su cuerpo permanece incorrupto y su fiesta se celebra hoy y cada 22 de mayo. (DP)