Regional
“Bazar de la Cuarentena” instalan informales en avenida de la zona industrial de Paramillo
24 de mayo de 2020
Humberto Contreras
“Bazar de la Cuarentena”. Con ese nombre, fue bautizado popularmente por los compradores, y aceptado y celebrado por los vendedores, el acumulamiento de puestos informales de venta de productos varios, que empezó a operar bajo la supervisión de la alcaldía de San Cristóbal, desde hace dos días en la avenida principal de la zona industrial de Paramillo.
Son casi un centenar de toldos, uno pegado del otro, que cubren la variedad de artículos extendidos en las dos largas cuadras de la vía, tramo que va desde casi al frente del supermercado Premium, hasta cerca de Industrias Pellizzari, (si se va por la avenida en dirección a Palo Gordo), donde a plena luz del sol matutino, el resplandor y el colorido destacan a la distancia y sirven de marco al intenso movimiento vehicular y peatonal que
allí se ha generado.
Coincidimos en la visita al sitio, con Manuel Restrepo, jefe de Empresas Públicas de la alcaldía, quien está responsabilizado de organizar y coordinar la actividad en el lugar, de la cual todos saben que es temporal, o sea, durante el tiempo que dure la cuarentena.
Organizar para ayudar
Dijo Restrepo que en estos tiempos de cuarentena y de restricciones, mucha gente se ha lanzado a la calle a practicar el comercio informal, debido a la necesidad de obtener recursos para su sostenimiento, lo cual está afectado por las limitaciones al empleo que prevalecen hoy día.
Decidió el ciudadano alcalde, dijo, recoger a los vendedores que se ubicaban en la avenida Los Agustinos, así como en la zona adyacente a las instalaciones del FAES (casi diagonal a la estación de servicio Machirí), y a los que estaban en la zona muy cercana a los tres supermercados que funcionan en ese sector.
Se despejaron totalmente la primera y la segunda cuadra de la avenida, entre los
supermercados Baratta y Garzón, se limpió el sector, y ahora no se permite el asentamiento de vendedores en esa zona.
Ellos fueron agrupados acá, y están supervisados por la alcaldía. Cada uno pagará impuesto de 301 mil bolívares mensuales, según estén allí desempeñándose, ya que deben estar
claros en que, cuando cese la cuarentena, deben levantar su toldo, pues se supone que una vez ello ocurra, cada uno regresará a sus actividades normales, y ya no tendrán necesidad de estar en ventas ambulantes.
Variedad color y movimiento muestra el Bazar de la Pandemia
A lo largo de la avenida Industrial, sobre su lado derecho, para el viajante que se desplaza hacia Palo Gordo, se aprecia el movimiento de vehículos, peatones y la actividad comercial que se despliega en el área.
La exhibición de productos es colorida y llamativa, y los esfuerzos de cada comerciante y de quienes cuentan con ayudante, hacen activar la atención de conductores y transeúntes, que obligatoriamente se desplazan a pie, sea hacia la ciudad, o en sentido contrario a Palo Gordo, por la carencia de transporte público.
A lo lejos, en perspectiva, puede observarse en ambas direcciones de la vía, un movimiento inusual. Gente comprando, preguntando, pagando, u ofreciendo lo suyo. El bullicio es propio de un mercado persa, como figurativamente se ha dicho, pero todos están dentro de lo normal, tranquilos y la sensación es que nadie le para a la fulana pandemia.
La tarea es esforzarse por lograr ingresos para atender sus necesidades, o esforzarse también por lograr buenos precios para comprar los artículos y alimentos que necesita en su casa.
Afectadas por el cambio
Marbelis Naranjo y Omayerling Gañán, son dos mujeres emprendedoras que se ganan la vida con la venta informal de productos.
Desde hace unos cuatro años, se instalaron en la vía principal de la zona industrial, cerca del supermercado Baratta.
Allí hicieron su clientela, dicen. –La gente que vive en La Machirí, o en la zona residencial de las adyacencias al supermercado, vienen y nos compran porque ya nos conocen. Pero ahora, se quejan: nos han desplazado estas dos cuadras, y perdimos el contacto. Eso nos ha perjudicado en las ventas–.
Ellas dos son parte de los once vendedores informales que se ubicaban en ese sector, y que fueron movidos por la alcaldía, hace dos días. Dicen ambas mujeres que eso se debió a presión del Garzón, porque ni el Baratta ni el Premium se habían quejado en estos cuatro años.
–Nosotros en ese sitio -dicen- trabajábamos y al terminar, limpiábamos toda el área. Y así estuvimos todo este tiempo. Ahora nos mudaron–.