Opinión

…desencanto y encanto

1 de junio de 2020

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Julieta Cantos

La investigación sobre las alternativas para la utilización de fuentes renovables de energía, me condujo a que por lo menos por ahora, los costos para implementarla, en general, son realmente altos, y requieren de grandes inversiones, pero también vislumbre posibilidades ciertas que pueden ser soluciones a diferentes escalas. Si bien las grandes presas hidroeléctricas representan costos elevados debido a sus dimensiones, que además provocan grandes desequilibrios ecológicos y migraciones forzadas, como fue el caso de la represa Uribante-Caparo, también existe la minihidráulica, que permite producir electricidad en pequeñas instalaciones llamadas aras de agua que no necesitan represas. Es el caudal del río lo que acciona directamente una turbina acoplada a un alternador. Puede funcionar localmente  y puede responder a las necesidades hasta de una pequeña ciudad, pudiendo ser planificada, construida y administrada por las comunidades.
Otras fuentes que pudieran ser más accesibles, dependen como las eólicas de que siempre haya viento, siendo además que los vientos tienen fuerzas diferentes, y la generación es relativamente pequeña, pero puede ser una alternativa para zonas que no tienen acceso al agua potable, a escala pequeña: caseríos y zonas rurales por excelencia.
La proveniente de la energía solar, que es la fotovoltaica, cuyos costos de instalación son altos, pero sobretodo  usan grandes cantidades de silicio, es decir que requieren materias primas “no renovables”, pueden -a través de investigaciones, más a corto plazo que largo-, generar soluciones a las limitantes que presentan actualmente.

Las fuentes de energía provenientes de la biomasa: madera, desechos y cultivos energéticos, ha hecho que compita, por un lado, sobre todo los cultivos energéticos, por áreas para la producción de alimentos, con un costo ecológico muy alto, por la utilización de productos químicos; y por el otro, porque su explotación intensiva ha conllevado la desaparición de selvas enteras. Claro que los árboles vuelven a crecer, pero requieren tiempo, y mientras afectan el ciclo de las lluvias, se desertifican los suelos, etc., etc. Creo que esta es la que debe ser menos utilizada y más controlada.
Los desechos domésticos, animales e industriales proporcionan biogás y parecen ser bastante adecuados por su bajo costo, y no dependencia de materias primas no renovables. Pero son funcionales fundamentalmente a escalas pequeñas…y así seguimos con fuentes como la geotermia, cuyo costo actual es muy elevado, aun cuando puede ser manejable a mediano plazo. El hidrógeno, sin embargo, se presenta cada vez más como la energía del futuro. Es muy abundante y no es contaminante. Es mucho más “limpio” que el petróleo, y forma parte del ciclo natural del agua, pero no es una fuente de energía primaria, sino secundaria, por lo que es necesario tener otra energía para producirlo, preferiblemente fuentes de energía renovables, como la solar, la eólica o la hidráulica. Lo importante es que ya se están haciendo experimentos en torno al hidrógeno como un modelo económico energético alternativo al uso de los combustibles fósiles. Todas estas alternativas vistas así producen desencanto, pero también encanto. La ciencia y la tecnología avanzan muy rápidamente, y el esfuerzo debe estar dirigido a que las tecnologías que se desarrollen vayan orientadas a reconciliarse con la naturaleza para restablecer los equilibrios que hemos destruido. Es empezar por cambiar nuestra forma de vida, en donde impere la prudencia, el ahorro y la solidaridad, para que el uso de esas tecnologías tenga un carácter positivo en lugar de negativo. Si entendemos que los recursos del planeta son finitos, entonces debemos aprender a economizar el uso de las materias primas y escoger que tipo de fuente de energía vamos a utilizar. Un amigo muy querido me dijo al comentarle mi estupor inicial en torno a las fuentes de energía renovables y sus limitantes actuales:”…bienvenida Julieta a la tecnopolítica”.

Optimista como soy, creyente en las capacidades del ser humano para analizar, investigar y aplicar, termino con más encanto que desencanto, en la seguridad de que podremos ver -en un horizonte temprano- la aplicación de estas fuentes de energías renovables a diferentes escalas en nuestras ciudades, caseríos y pueblos. Quiero agradecer el hecho de haberme topado con este libro del Dr. Bansart, fundamental en mi aprendizaje sobre política energética. Espero haber logrado un resumen certero de sus ideas, muchas de ellas tomadas textualmente. Cierro con este artículo el ciclo sobre ciudad y energía…y me libero para cosas más mundanas y perceptivas sobre “nuestro insólito universo”.

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