Carlos Orozco Carrero
Cuentan que ante el abandono que hizo la gente de calles, veredas, caminos reales y callejones en cualquier pueblo y aldea, debido a la instrucción oficial de mantenernos en los hogares para evitar posibles contagios del virus chino, los fantasmas y aparecidos de otros mundos decidieron salir del purgatorio y dejarse ver en desobediencia a los castigos divinos impuestos por sus pecados terrenales. Ya es común ver al hombre sin cabeza, acomodándose el sombrero y retando al esqueleto hilarante a un combate con espadas de cartón. También cuentan que en los trapiches de San José de Bolívar se escuchan alaridos lastimeros, producto de los muertos que vienen a buscar panela para sacar miche y llevar a sus frías tumbas. En Bailadores agarraron a chorros de agua bendita a un fantasma cantarín que tenia a la población a monte todas las noches. Después de las doce de la noche empezaba a cantar totalmente desafinado y eso es realmente insoportable. Dicen que fue a tostar a Santa Cruz de Mora para que aprender a cantar. Yo no sé ustedes, apreciados lectores, pero yo no creo nada de eso.
Hablando de poetas y músicos de La Grita, es menester recordar al grupo heredero de los acordes cantados a las chicas más bellas de la comarca andina en obligadas serenatas para procurar aceptación al noviazgo ofrecido. Y ahí entro yo, amigos, con mi cuatrico de armonía superior y la selección de los temas nuevos en el repertorio de muchos cantores de fina tesitura y cálida dedicación, bajo ventanas de promesas de enamoramientos juveniles. Marcos Salas, Cheo Varela, e Iván Avendano subían a reunirse con Pepe Camargo, Adolfo Cotofio, Jesusito Duque, los hermanos Zambrano, Herminio, Víctor y Kimba, junto a otros enamorados de la canción romántica de todos los tiempos. Seguro estoy que algunos de ustedes me reclamaran por haber dejado por fuera a tantos y tantos muchachos dedicados a despertar a las damas con poesía cantada por tenores de exquisita voz. Prometo que en espacios próximos los tendremos aquí con el agradecimiento de los trasnochos que se intercambiaban por sonrisas y algún besito inocente bajo una nube oscura, cómplice de tantos suspiros de amor eterno.
Epa, ¿y si utilizamos nuestros satélites y enviamos una programación televisiva a toda Venezuela para sacarle provecho a la inversión que se hizo con antenas, cables y decodificadores y nos quedamos quietecitos, viendo películas, deportes, musicales y humor y así que no perdamos mucho en estos tiempos de casi una “setentena” de días encerrados?
Escuchar al Grupo Raíces de Venezuela en adentrarse en lo exquisito de la vida misma, amigos. Piezas musicales, nacidas desde lo más profundo del alma de sus compositores y arregladas de tal manera que podemos asegurar que es posible encontrar lo más sublime de nuestra condición humana en esas obras de tan elevada hechura. Dios nos permite disfrutar de este maravilloso grupo artístico, escuela y formador de la mayoría de músicos en nuestro país y más allá de las fronteras de Venezuela. Es una realidad que la mayoría de profesionales de la música que están buscando horizontes lejos de sus querencias familiares, muestran en sus interpretaciones muchos temas del Grupo Raíces de Venezuela, levantando comentarios excelentes sobre nuestra calidad musical universal. Me gusta mucho escucharlos.