José Luis Guerrero
Es muy difícil para las autoridades respectivas mantener el control general de ingreso y salida de los compradores y de los vendedores ambulantes en el tradicional mercado de Dimo, en La Concordia, así como de las normas sanitarias, a menos que se cierren todos los accesos laterales a lo largo de las cinco cuadras que ocupan las ventas establecidas.
Este es un mercado a cielo abierto y los comerciantes que pagan el impuesto a la alcaldía de San Cristóbal para poder vender, están distribuidos a lo largo de la prolongación de la avenida García de Hevia o Quinta avenida como también se le conoce.
El tradicional mercado de Dimo reúne todos los sábados a miles de personas que buscan verduras y frutas frescas, así como carnes y víveres. Decenas de hombres y mujeres se esmeran por ofrecer calidad y precios justos, adecuados a los ingresos de las personas de menos recursos económicos.
En tiempos de pandemia por la covid-19, hay puntos de desinfección de las manos. Es obligatorio usar tapaboca, aunque muchos vendedores y compradores aún no asumen la responsabilidad de usarlo bien, es decir, la tela debe cubrir nariz y boca. Algunos llevan guantes, pero son pocos. No es fácil comprarlos porque están caros.
Las ventas, en su mayoría están separadas. El plano de la nueva distribución indica distancia de un metro, una de otra, pero en ese espacio vacío se han ubicado otros vendedores. Es muy difícil el distanciamiento social, aunque por lo amplio, no hay aglomeración masiva de personas en un solo punto de venta, a menos que los precios sean una verdadera ganga.
Hay efectivos policiales que orientan a las personas sobre el uso correcto del tapaboca.
Mucha comida
“Gracias a Dios hay mucha comida para comprar. Como nos pasa a todos, lo que nos falta es más dinero, para llevar más productos, pero en este mercado se encuentra todo lo que se necesita para comer”, dijo Luis Orlando Roa, un jubilado del ministerio de Educación cuando compraba tres kilos de yuca por dos mil pesos.
Los tradicionales gritos de los vendedores son la característica principal de todos los mercados a cielo abierto. Todos promocionan lo que venden para captar clientes.
Desde hace varios meses todos los productos se ofertan en pesos. Son pocos los vendedores que reciben bolívares en efectivo, así como también son muy pocos los billetes que están circulando en el estado. Varios puestos tienen punto de venta para las personas que por diversas causas no manejan divisas, como pesos o dólares y allí pueden comprar.
“A mí me toca comprar donde hay punto porque me pagan en bolívares y no tengo ingresos por pesos. Pero de verdad provoca comprar de todo porque todo es fresco”, dijo María Sánchez, una mujer de Táriba, quien todos los sábados viene al mercado y se moviliza en unidad de transporte.
La municipalidad busca reubicarlo
El alcalde de San Cristóbal, Gustavo Delgado, ha planteado la iniciativa de reubicar este mercado en la parte alta de San Cristóbal. Uno de los puntos propuesto es el estacionamiento de la plaza de toros, en Pueblo Nuevo.
Los vendedores no comparten la idea, tampoco muchos compradores. Lo que todos reiteran es el llamado a respetar las normas sanitarias en tiempos de pandemia e imponer más normas a vendedores legalmente establecidos y a los ambulantes.