Detractores habituales les han endilgado despectivamente el mote de “profetas de desastres”. Pero son 15.372 sabios científicos de 184 países, quienes acaban de alertar al mundo a manera de ultimátum sobre los riesgos y amenazas inminentes a la humanidad. Fueron convocados hace apenas dos semanas por varias universidades norteamericanas, entre ellas Oxford, Stanford, Boston y Pensilvania, para conocer sus opiniones con respecto a las contingencias que afrontan hoy las nuevas generaciones. Hombres y mujeres eruditos en los problemas más apremiantes a nivel universal, reiteraron sus advertencias ante la inevitable catástrofe ambiental y ecológica. A juicio unánime de los encuestados, sus observaciones las acaba de publicar en 7 idiomas la revista Biosciencie de la Universidad de Oxford: “Es casi imposible impedir el terrible destino de la humanidad al determinar que muchas de las causas del cataclismo han sido provocadas por nosotros mismos”. Y entre las posibles secuelas por sobrevenir destacan una guerra nuclear, cambios climáticos más implacables por el calentamiento global, destrucción de las áreas verdes ante los incendios forestales, extinción total de las especies animales terrestres, marinas y submarinas, así como la propagación de virus y enfermedades letales junto el agotamiento de fuentes de agua dulce y la imposibilidad de recuperar la capa de ozono. Todo ello determinará la dantesca consumación. Aun cuando creen que el final acaso podría producirse en mil o quizás diez mil años, confían en el esparcimiento de seres humanos a otros planetas en colonias sostenibles. Entonces, será inviable contener el apocalipsis ambiental.
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Germán Carías Sisco