Freddy Omar Durán
Pese a los rigurosos intentos de las autoridades por evitar las aglomeraciones, las mismas se mantuvieron este fin de semana especialmente en los alrededores de La Villa de Los Buhoneros y sectores del centro de San Cristóbal donde fueron a parar muchos de los tenderos que fueron desplazados de los alrededores de la prolongación de la avenida García de Hevia, donde funcionaba el mercado de Dimo y de La Ermita.
Esta situación se hizo crítica en las afueras de La Villa de Los Buhoneros donde los peatones no tenían por donde pasar, y algunos de los cuales se dirigían a la parada de autobuses de las rutas hacia Capacho, El Valle y Zorca.
Las ventas ambulantes de verduras se distribuyeron a lo largo y ancho de las dos cuadras comprendidas entre las avenidas García de Hevia e Isaías Medina Angarita – Quinta y Séptima avenidas-, entre las calles 12 y 13.
En los alrededores de la plaza La Ermita también se instalaron algunos puestos, cuyos dueños admitieron que los funcionarios policiales presionaban para que se fueran de allí; pero aún así persistían.
–Es nuestro modo de ganarnos la vida –afirmó Oscar Maldonado, vendedor informal- y no conocían otra manera, menos en una cuarentena tan escasa de trabajo. No somos delincuentes.
Un vendedor que prefirió el anonimato por miedo a represalias con huellas de lucha física en su rostro admitió que en la madrugada se armaron fuertes trifulcas protagonizadas por efectivos de seguridad e informales, y que aún así, con valor se reubicó y “no dejarme morir de hambre”, y menos perder lo que invirtió en un producto perecedero.
La prohibición de instalar ventas en la calle se cumplió en una Prolongación de la Quinta Avenida sola, y un Viaducto Viejo escaso de peatones. Un panorama diametralmente opuesto al que siempre había presentado los días sábado. El mercado de La Ermita estaba vigilado por dos funcionarios de la Policía Municipal, quienes se alternaban en las funciones de aplicar desinfectante en las manos a las personas que ingresaban, y medir la temperatura corporal. Ni en sus cercanías, ni frente a la escuela Bustamante se permitían toldos, a penas unos a cierta distancia se atrevieron.
En La Villa de los Buhoneros se ingresaba por una reducida entrada también bajo control policial, no obstante al mediodía formaron una gran aglomeración quienes intentaban entrar a sus instalaciones.