El plato de sopa y la arepa se entregan con una sonrisa al necesitado
Por Norma Pérez
Como a aquellos israelitas que deambularon 40 años por el desierto y se alimentaron con maná, en la Ciudad Pontálida tampoco falta “el pan enviado por Dios”. Su sagrada presencia se encuentra en una calle, en una plaza o llega hasta las casas de quienes viven en desamparo.
Está en el plato de sopa que se entrega con una sonrisa; en la arepa recién hecha que se brinda al necesitado; en la palabra que transforma el desaliento en esperanza. Esa es la tarea que desde la parroquia Santa Lucía emprendió el presbítero Richard García, siguiendo el precepto de sembrar el bien. Es la semana de la solidaridad.
“Domingo, día del Señor; nuestra parroquia Santa Lucía comparte un rico almuerzo con los más necesitados. Demos gloria a Dios”: Junto a un grupo de voluntarios, cada domingo preparan los “hervidos de misericordia” y alimentan alrededor de 700 personas. En esta labor ya suman dos años y nueve meses. Algunas veces varían el menú y sirven un plato de arroz con carne molida, chocheco y pan. Un jugo acompaña los alimentos.
“Lunes, martes y miércoles de misericordia. Evangelizar a tiempo y a destiempo. Llevando el rostro de Cristo a través de la caridad”: Estos tres días de la semana se reparten arepas rellenas y un café a los trabajadores de las cuadrillas de limpieza y obreros que laboran en las calles de Rubio. Ellos lo agradecen, ya que generalmente no pueden cubrir su alimentación.
“Viernes y sábado de bendición”: Al final de la tarde del viernes y el sábado, comienza el recorrido solidario por diferentes sectores del municipio Junín para distribuir 180 cenas. El sábado, en la mañana, lo dedican a los más pequeños, a quienes les preparan un suculento desayuno. Son 250 niños que acuden con sus representantes a retirar el alimento. Previamente, repiten una oración y escuchan un mensaje de valores y aliento que imparte el padre García. Anteriormente colocaban sillas y mesas para que desayunaran en el lugar, pero lo ya no lo hacen, pues están apegados a los protocolos de bioseguridad.
Generosidad colectiva
En momentos complicados para todos, cuando además de crisis se enfrenta una pandemia, se fortalece la generosidad colectiva que permite llevar a cabo esta importante labor.
Para conseguir los insumos, el padre Richard García acude al mercado Municipal y visita a todos los vendedores; les da la bendición y siempre colaboran con productos, al igual que las carnicerías y un supermercado que dona proteína. A esta generosa canasta colectiva se suman las ferias de verduras.
El encargado del matadero Municipal de Rubio, Róger Camargo, hace un importante donativo de proteína y cada semana obsequia un fardo de harina de maíz para hacer las arepas; en el matadero Municipal de Tres Esquinas también el encargado, Víctor Lagos, hace lo propio. Panaderías, y quienes tienen franquicias de alimentos y bodegones, también realizan su aporte.
Hasta antes del inicio de la cuarentena, con un grupo de 25 voluntarios, el padre García ayudaba a dar comida a los venezolanos migrantes en la casa de paso “Divina Providencia”, ubicada en La Parada, dirigida por el padre David Cañas, la cual funciona a través del programa de ayuda que puso en marcha la Diócesis de Cúcuta. Como muestra de gratitud por esta colaboración, el padre Cañas comenzó a donar para la parroquia Santa Lucía, atún, arroz, granos, aceite y otros insumos. Ahora envía recursos para que se puedan comprar los alimentos y continuar con esta obra de caridad en Rubio.
En la inquietud por ayudar al prójimo, hace dos meses compartieron 650 almuerzos con los connacionales que están en la Unes de San Cristóbal. La semana siguiente llevaron alimentos a los privados de libertad en el Cicpc de Rubio, y después ofrecieron un almuerzo a los adultos mayores de la Casa Hogar San Martín de Porres.
Un equipo de 35 voluntarios prepara los alimentos. El sábado cuenta con 15 servidores y los demás días, unas 7 personas. Todo se cocina con leña en una estufa de la parroquia, y cuando son grandes cantidades, un vecino también presta la suya. Además construyeron, en un espacio de la comunidad, tres miniestufas que permitirán agilizar la cocción de los alimentos.
Asoman lágrimas de gratitud a los ojos del padre Richard García, promotor de tan generosa obra: “Todo es bendición de Dios. Creo en el amor de Dios y su misericordia que nos guía y nos ayuda para atender a sus hijos. Somos sus instrumentos y nos utiliza para sus obras”.
Todos suman
La parroquia “Santa Bárbara” también hace su aporte en beneficio de sus semejantes. En las festividades religiosas ofrecen un almuerzo que preparan en el colegio “María Inmaculada”.
En la celebración del Corpus Christi y el Día de la Virgen del Carmen brindaron a 130 personas un plato de su “olla de la caridad”. Al frente de esta actividad el padre Julián García.
Todas estas iniciativas suman cooperación, bondad y ayuda. Tiempos difíciles. Momentos de hacer el bien.