Más que una alternativa de los movimientos artísticos ante el confinamiento obligado por la cuarentena, la cultura tachirense ha abierto el cielo a propuestas virtuales que nos permiten experiencias liberadoras.
Una virtualidad ya puesta en duda, pues para quienes la pandemia los ha encerrado en sus casas, lo más real viene siendo el acceso al mundo a través de la internet.
Músicos, literatos, pintores e investigadores tachirenses no se han sentado a esperar a que los museos, los escenarios o cualquier espacio para exhibir la creación y propiciar el diálogo abran nuevamente, sino que han ido creando enlaces con un público, que inclusive se ha expandido más allá del que tradicionalmente tenían.
Los artistas a la vanguardia, ya desde mucho antes de la emergencia global, habían intuido que la proyección de su trabajo debía pasar necesariamente por las redes sociales; no obstante, la pandemia dio un vuelco imprevisto al asunto, ya sea para bien o para mal, y ha acelerado las cosas.
Emprendimientos artísticos
Algunos están haciendo de las posibilidades virtuales emprendimientos personales, pues a medida que van dando a conocer su producción cultural, van ofreciendo sus conocimientos a través de talleres en línea, cursos, videoconferencias, etc. Pero, en realidad, las alternativas las multiplica la recursividad personal, a tal punto que se pueden ofrecer serenatas on line u otro tipo de encomiendas artísticas, lo que hace que el teletrabajo no sea exclusivo para comunicadores sociales y docentes.
En la música, por ejemplo, podemos ubicar en plataformas streaming a artistas como Grégory Pino, Leoncio Ontiveros, Louis Roa, Yadrick Joan Vivas, o los Castro Mati y Moi, niños que se volvieron fenómeno viral. Pero la tecnología no solo posibilita la difusión de sus interpretaciones, sino la edición perfecta de colaboraciones a distancia integradas en un solo tema: así ha sido posible el relanzamiento de la canción Oda Romántica del grupo Raíces y la formación del Coro Virtual Venezuela, cuyos integrantes se encuentran esparcidos por varios países del mundo.
Sobre el particular, el maestro Grégory Pino señala que “esta cuarentena se va a alargar y por lo que se ve, lo cultural no será una prioridad; por lo tanto, hay que insistir en la virtualidad, ver su lado positivo, pues vino para quedarse, y permitirá que personas que nunca han estado en un concierto nuestro, disfruten nuestro trabajo”.
La unión hace la fuerza
En la estupefacción de los primeros días de la cuarentena, muchos pusieron manos a la obra, para lo cual contribuyeron mucho los canales de comunicación que los artistas establecieron entre ellos mismos a través de los servicios de mensajerías –la más famosa WhatsApp, y sus grupos sociales-. Mas esto no fue lo único, en tanto los correos electrónicos siguen siendo una herramienta muy útil.
Así nació la cuenta en Instagram Artistas Visuales del Táchira, que ha hecho una especial convocatoria para que los creadores del Táchira y el Norte de Santander cuenten la “cuarentena” en el lenguaje plástico que cada cual domina. En el mismo sentido, se ha movido la Galería Manuel Osorio Velasco al lanzar su salón virtual “Creando en Cuarentena”.
Por su lado, la Fundación Bordes transmite en vivo sus actividades, como cine foros y conferencias, y ya tiene todo preparado para este fin de semana –siempre y cuando los servicios públicos estén a su favor- hacer algo similar con su Festival Internacional de Animación el Ojo Iluso.
Por vía Zoom, el Seminario de Mitología Clásica ha pasado de ser un encuentro de años de indagadores del tema reunidos privadamente en la Galería Vértice de San Cristóbal, de martes a martes, a un seminario de alcance internacional, bajo la moderación de Bernardo Enrique Flores.
Freddy Omar Durán