A VECES UNO se resiste a dar audiencia a sus recuerdos y, otras veces, a jurar no volver a llover sobre lo mojado, pero la memoria, por más que nos traicione, siempre, o casi siempre, nos alerta sobre lo que hicimos bien o mal, para no repetir los desaguisados del pasado y ventilar los problemas del ayer con el propósito de no volver a repetirlos…POR MÁS QUE nuestro estrato político no encuentre salidas a la crisis, por más que nos estrellemos ante una realidad de parálisis y de temor existentes, siempre se encontrará un resquicio de esperanza para superar nuestros males…EN DÍAS PASADOS, por ejemplo, nuestro jefe de Información, Humberto Contreras, lanzaba un alerta por la desastrosa situación de abandono en que se encuentran nuestras calles y edificios, instalaciones comerciales y tiendas de expendios, prácticamente víctimas del abandono y de la dejadez, así como de la irresponsabilidad de individuos que pintarrajean sus paredes, amontonan sus basuras, como si trataran de revivir aquella famosa novela de Miguel Otero Silva, “Casas muertas”…PASEARSE POR LAS arterias de San Cristóbal es hacer, inequívocamente, un ejercicio de dolor ante la miseria que nos rodea, con sus paredes sucias, sus arterias por las noches oscuras, sus pavimentos destrozados, sus comercios cerrados, su transporte casi inexistente, y ahora confinados por la pandemia del coronavirus, que nos mantiene estancados en casa, en donde se acabaron los argumentos de conversación, se releyeron más de lo plausible los libros, y en donde la incredulidad de las noticias es cada día más ostensible…LA MALEZA CRECE en las avenidas, las paredes continúan sin una capa de pintura, los servicios cada día más fatales, y el desorden público, por no acatar el quedarse en casa o no salir sin tapabocas, ya va formando parte habitual de nuestro diario existir, cayendo, quiérase o no, en una especie de anarquía focal que no sabemos las consecuencias que pudiera tener pospandemia…Y MIENTRAS los productos alimenticios crecen en su precio de manera exponencial, el solo protestar por los escasos recursos es convertirse en víctima de la represión, como lo acaban de experimentar los hombres y mujeres de la tercera edad en Caracas, que por gritar a tambor batiente que los 400 mil bolívares de pensión no les alcanzan ni para el pan nuestro de un día, fueron espantados por gases lacrimógenos, en lugar de entablar un diálogo de conversación para analizar la situación y ofrecer cuando menos algunos remedios a corto plazo para que se pueda paliar tan difícil situación que viven los adultos mayores en el país. Es justo y necesario que se les atienda.
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Y ESTO, es todo por hoy
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MENTIRAS Universales:
“Esta será la ciudad más linda de Venezuela”
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DIOS los bendiga…¿Saben?
VÍCTOR MATOS