La pandemia llegó para cambiar al mundo y en esta crisis surgen los grandes protagonistas: personal de salud, hombres y mujeres que están en primera línea luchando para vencer al covid-19.
En los últimos cuatro meses, los galenos se han convertido en verdaderos héroes, quienes a pesar de las limitaciones y escasos recursos están dispuestos a salvar vidas, aun sabiendo el riesgo que puedan corren y trastornando sus ritmos de existencia.
Carlos Saavedra, médico especialista en emergencias y desastres, se desempeña como coordinador de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del principal centro de salud de la región y del área covid-19. Este hospital centinela cuenta con siete emergenciólogos, un número muy bajo para la cantidad de pacientes que atienden, pero con esmero, largas jornadas y el equipo de residentes, procuran cubrir la necesidad.
La normalidad no existe
Desde que comenzó la pandemia, no existe la normalidad para Carlos Saavedra, abnegado profesional de la salud, porque a su juicio todo se trastocó.
Este hombre sale muy temprano de su hogar, a las 7 de la mañana, a veces a las 6:00, y no sabe a qué hora regresará. “Uno se va sin desayunar, con la idea de llegar temprano y almorzar, pero se hacen la 1 y 2 de la tarde y surge cualquier compromiso con algún paciente o diversas variables, y termino desayunando a las cinco de la tarde”, expresó.
Este descontrol en la alimentación le trae complicaciones con su esposa, porque quiere almorzar con él y terminan comiendo a las cinco de la tarde. “Ella no tiene la culpa de que yo sea médico, esa fue mi decisión, pero por hacerme compañía me espera. Eso vale un aplauso, por su apoyo, y eso me da alegría y ganas de seguir trabajando al otro día. Y es que uno también es un ser humano”, puntualizó, agregando que hay cosas que regularmente la comunidad no ve.
24 horas
Ante la contingencia generada por el nuevo coronavirus, los médicos que están al frente dedican las 24 horas del día, todos los días. “Los residentes llaman en la noche, cuando no saben qué hacer”.
Los galenos del central, como los emergenciólogos y residentes del servicio de UCI y de aislamiento, están sometidos a la presión del incremento de pacientes con covid-19 y a la carrera contra el reloj para no dejar desvanecer vidas. “Hay momentos en que le he expresado a mi jefe directo, Dr. Leonardo Contreras, que ya no quiero más jefaturas, pero en este instante no es el tiempo de decir yo no quiero esto. Aquí hay que arremangarse las mangas, amarrarse los pantalones y salir adelante a luchar contra esto; es una batalla sin enemigos visibles, pero tenemos que lucharla”, enfatizó.
“Estoy aterrado… uno no se quiere morir”
Saavedra confesó tener miedo en medio de esta batalla contra la covid-19.
“Estoy aterrado. Estoy asustadísimo. Sabemos que estamos cumpliendo una misión con todos los dolores y tristezas, pero evidentemente uno tiene mucho miedo. Todos nos vamos a enfermar, pero yo intento no quitarme nunca el tapaboca, lavarme las manos, pero es improbable no tocar -por ejemplo- superficies, tú tienes que escribir, tocar las historias; es decir, hay cosas que son casi imposibles de no hacer”.
El galeno recomienda hacer ejercicio, tomar antioxidante y vitamina C, porque ayuda a que el virus no sea tan duro. “Todos estamos expuestos a enfermarnos de esto, existe el miedo a lo desconocido, uno no se quiere morir, entonces es evidente que uno tiene mucho miedo”.
Medidas al llegar a casa
El especialista cuenta que toda su vida ha sido porfiado con la higiene, por eso. al llegar a casa, se quita la ropa en un sitio soleado. diseñado para eso; se baña, y luego hace su vida normal. “Tengo una niña de un año que llora porque no la cargo de inmediato, pero, con toda la tristeza, es para cuidarla”, aseveró.
Su vida se ha trastocado. “Imagínate, mi pobre esposa, encerrada las 24 horas del día en casa, es difícil, porque no es la costumbre”, comentó el médico y se preguntó: A dónde vamos a salir, qué sitio te puede recibir, si los lugares que están abiertos venden es para llevar; entonces, es una salida ficticia y eso causa ciertos disturbios emocionales”.
Un nudo en la garganta
Para el emergenciólogo, en los hospitales se ven las dos caras de la moneda: están las personas más altruistas y bellas, que parecen ángeles y dan todo por los pacientes, como quienes ayudan con comida, “así sea una sopita: ellos hacen un esfuerzo inmenso y a Dios hay que agradecerle”.
Pero piensa que también se ve la miseria humana, terrible, la gente que está pendiente de meter el dedo en la llaga. “Cuando me encuentro entre esas dos aguas me causa mucha tristeza. Uno casi no llora, pero por supuesto, cuando las cosas se salen de las manos y crees que todo se está haciendo muy bien y amanece un cadáver debajo de una escalera, que no debe estar allí, hay sentimientos encontrados. Esto es un ejemplo de situaciones que causan depresión, dolor. Es ese nudo en la garganta cuando no sabemos qué hacer; eso se presenta con mucha frecuencia en la Emergencia”.
Pies de plomo
Y aunque sucedan cosas buenas y decepcionantes en un hospital, la faena sigue y los médicos no deben desmayar, son situaciones que proporcionan enseñanzas, más allá de la praxis.
“Uno ha aprendido y no deja a un lado el dolor de los demás, porque la profesión médica es una de las más humanistas y somos empáticos con el paciente, pero tenemos que intentar estar con pies de plomo para poder atender lo mejor posible. Si nos dejamos coadyuvar por las emociones, llegará el momento en que nos sentaremos al lado del enfermo, abrazándonos, porque nos va a arropar la depresión, y no podemos permitir eso”.
Su mensaje
“Les digo que crean. Este coronavirus existe, no es una mentira inventada. Es bien real, no es tangible, es una enfermedad no visible, pero es real”, es parte del mensaje que Carlos Saavedra dejó a todos los lectores de Diario La Nación.
El jefe de UCI insistió en que todos deben tomar las medidas de protección necesarias: usar el tapaboca, mantener la distancia social, disminuir la concurrencia a fiestas, porque se pueden enfermar. Recomendó mantener comunicación con el personal de salud y preguntar, porque tienen derecho a saber qué tienen y cómo actuar.
“En resumidas cuentas, si se cuidan, usan su tapaboca, se lavan las manos, siguen las medidas higiénicas básicas, no tienen por qué infectarse de este virus, y si llegaran a tener algún tipo de síntoma, deben ir a los hospitales más cercanos para hacerse su despistaje. Importante es entender que la cuarentena no es un castigo para el enfermo, es un método para resguardar a la población en general y disminuir la tasa de replicabilidad del virus”, apuntó finalmente.
Creo en Dios
Carlos Saavedra dice que cree en Dios, aunque podría ser contradictorio, pues los médicos son científicos y suelen ser escépticos, desde el punto de vista de la religión; además afirma que su padre es comunista, de esos que piensan que la religión es el opio de los pueblos.
Pero proviene de un pequeño lugar del estado Barinas, Barinitas, donde funciona el cuento de que no creo en brujas, pero de que vuelan, vuelan. “Uno ve muchas cuestiones y ve muchas cosas que te hacen pensar que hay algo más allá”.
Es por eso que Saavedra piensa que San Cristóbal es una ciudad protegida por Dios; opina que el número de casos no es elevado, si se toman en cuenta las trochas abiertas, la permeabilidad de la frontera, todas esas cosas que son comunes en esta zona. “Esperamos que Dios siga mirando para acá y nos dé las herramientas para poder salir adelante con este problema”.
Creo en Dios
Carlos Saavedra dice que cree en Dios, aunque podría ser contradictorio, pues los médicos son científicos y suelen ser escépticos, desde el punto de vista de la religión; además afirma que su padre es comunista, de esos que piensan que la religión es el opio de los pueblos.
Pero proviene de un pequeño lugar del estado Barinas, Barinitas, donde funciona el cuento de que no creo en brujas, pero de que vuelan, vuelan. “Uno ve muchas cuestiones y ve muchas cosas que te hacen pensar que hay algo más allá”.
Es por eso que Saavedra piensa que San Cristóbal es una ciudad protegida por Dios; opina que el número de casos no es elevado, si se toman en cuenta las trochas abiertas, la permeabilidad de la frontera, todas esas cosas que son comunes en esta zona. “Esperamos que Dios siga mirando para acá y nos dé las herramientas para poder salir adelante con este problema”.
Bleima Márquez/@bleimamr