Con el transporte público absolutamente paralizado, la única opción para trasladarse, desde y hasta el centro, lo constituyen los taxis y mototaxis, cuyos conductores se lanzan a la calle, no solo para enfrentar una semana más de cuarentena rígida, con su consecuente merma de pasajeros y restricciones por parte de los organismos policiales.
Si bien la presencia de mototaxistas no es extraña al centro de San Cristóbal, la misma se planta de modo desafiante ante los cada día más estrictos dispositivos de seguridad implementados por los gobiernos nacional, regional y municipal, al tiempo que se ha nutrido de todos aquellos que, contando con una moto como modo de transporte, han tenido que usarla como herramienta de trabajo.
Agustín Jaimes apenas aspira a hacer cuando mucho 3 carreras en la mañana del martes; eso si antes una comisión de funcionarios policiales –en el mejor de los casos- no le detiene en los alrededores de la plaza Bolívar. Él y sus colegas saben que la desobediencia les puede salir cara, con la incautación de sus vehículos y sus papeles.
De lejos ve cómo a uno de sus colegas ya lo han abordado, y sabe que esa es la señal para alejarse, irse más allá de las avenidas Quinta y Séptima, en un centro ya de por sí solitario, disponible a dispersos negocios de víveres, panaderías y ópticas fundamentalmente.
Pero en esta cuarentena rígida, y con preocupante aumento de casos de covid-19 en la capital tachirense, el problema no se limita al lugar donde esperar a los pasajeros, sino al recorrido a seguir. Por ejemplo, las carreras vía Chorro El Indio, o cerca de los puntos de control de Puente Real están resultando imposibles, y ser retenidos puede implicar perder al pasajero.
—Yo -afirmó Jaimes- tengo un sueldo; pero ¿eso para qué alcanza? Uno tiene que salirle al ruedo con lo que sea. Tenía esta moto para trasladarme a mi trabajo, pero me ha tocado ponerme a ganarme la papa con ellas. Al menos no le llego a mi familia con las manos vacías; así sea con un paquete de harina, o para la gasolina revendida a 4 mil el litro, si es que no sube.
5 mil pesos la carrera
A cinco mil pesos la carrera mínima, razones urgentes o cansancios extremos llevan a más de un peatón a considerarla; de otro lado, los que frecuentan el centro de San Cristóbal pertenecen más que todo a la vecindad; venir a ese sector desde muy lejos prácticamente no vale la pena.
Los que ya se han acostumbrado a las “caminadas”, olímpicamente, pasan de largo. Dentro de su reducida clientela están trabajadores del sector salud y de aquellos establecimientos plenamente autorizados para dentro de determinados horarios vender sus productos; no obstante, estos no se dan el lujo de recurrir a sus servicios todos los días, y algunos pagan apenas para que los dejen en algún punto de la ruta, y cubrir a pie el resto de su camino a casa.
También sale uno que otro flete, siendo que muchos negocios tímidamente van considerando la modalidad a domicilio.
—Yo tengo un familiar en Chile, que se quedó sin trabajo -agregó Jaimes- y lo contrataron para que hiciera delivery. Pero aquí estamos lejos de eso todavía, aunque quién sabe si esto sigue así, con los negocios cerrados, y eso nos ayudaría.
Freddy Omar Durán