Regional

La serenata nació como ofrecimiento de Evencio Ríos

15 de agosto de 2020

310 vistas

La primera serenata a la Virgen de la Consolación se celebró el 14 de agosto del año 1990, en el atrio de la Basílica, y es el resultado de una promesa hecha por el cantautor taribense Evencio Darío Ríos Romero, quien, afectado por graves quebrantos de salud, con fe y devoción acude a la iglesia para rogar por su recuperación. Evencio suplica por una curación y ofrece para todos los 14 de agosto, dia previo al de la Virgen, una serenata, como agradecimiento por devolverle la salud.

Anna Capra asegura que. durante la animación de las serenatas, conoció la fe, el respeto y la devoción de un pueblo hacia su patrona (Fotos: Archivo personal de Anna Capra)

Y el milagro se produce, contra todos los pronósticos. Evencio, el autor de “Táriba Gentil” y tantas otras canciones que forman parte del pentagrama tachirense, se recupera y sana. Entonces decide cumplir con la palabra empeñada y la promesa que, en medio de su tribulación, le hizo a la santísima Virgen.

Gran éxito

Evencio organiza la primera serenata, que se convierte en extraordinario éxito, hasta el punto que gran cantidad de personas se incorporan al proyecto, en tanto que un sinnúmero de artistas y agrupaciones ofrecían su participación sin costo alguno.

La serenata del 14 de agosto se institucionalizó y la Televisora Regional del Táchira se incorpora para la transmisión en vivo, con despliegue técnico y artístico que enaltece aún más el gran evento, que a través de imágenes llega a todo el estado y fuera de él.

Evencio Ríos Romero, hombre humilde y sencillo, y de profunda fe cristiana, nunca se vanaglorió por el éxito de la serenata y aceptaba con modestia los comentarios sobre su idea, incluso cuando en el año 1993 es decretada Patrimonio Cultural de la Feria de la Consolación, o cuando, en el marco de la misma serenata, se le rendía merecido homenaje y le entregaban reconocimientos.

Es tal el éxito de la serenata a la Virgen que los organizadores de la Feria Internacional de San Sebastián toman la idea para implementar, todos los 19 de enero, la serenata en honor al patrono.

“Conocí la fe, respeto y devoción de un pueblo”

Anna Capra, reconocida y destacada locutora y animadora de radio y TV, ha tenido el extraordinario honor de animar en varias oportunidades este evento, que como manifestación de fe y tributo a la santísima Virgen se colmaba de personas, de diferentes edades y estratos sociales, todas con el mismo amor hacia la Virgen.

Recuerda cada una de esas presentaciones y los hechos extraordinarios que la acercaron más a la Virgen y a su feligresía. Explica que la primera vez que hizo la animación fue con muchas expectativas, porque sabía de la fe, el respeto y la devoción que la gente mantiene por Nuestra Señora de la Consolación. “No era un espectáculo más que iba a presentar. Ahí estaban los feligreses que profesaban amor incondicional a su patrona y eso me hacía sentir más feliz que presentar a un artista. Cada número era como una oración de agradecimiento, como un pedido, para que nos concediese un favor”, dice Anna Capra.

“Iba clara sobre cuál era el compromiso que tenía que asumir, pero al ver a la gente, sobre todo en ese momento tan especial en que se produce la salida de la imagen, lo que se siente es indescriptible, una energía que hace erizar la piel y sientes que estás viviendo un momento solemne. Entonces, no es fácil, como profesional, tratar de desconectarte de la solemnidad del momento, de lo religioso, y dar paso a una presentación para la televisión y un público que está allí, frente a las puertas de la basílica, en oración, en aplausos que merece la señora de la Consolación”, acota luego Capra.

“Le pedía permiso a la Virgen”

Explica que a medida que se iba desarrollando la serenata, el aplomo llegaba. Iba asumiendo la responsabilidad. “Recuerdo que cada vez que comenzaba la animación de una serenata, le agradecía a Dios por estar allí y le pedía a la Virgen de la Consolación su permiso para presentar la serenata en su honor, y con sumo respeto, que protegiera mi garganta y mi voz. Lo hacía de manera pública”.

Anna Capra cuenta una anécdota ocurrida durante una de las famosas y tan esperadas serenatas: “Me hice un traje blanco, hermosísimo, especialmente para esa serenata, y las danzas que iniciaron el espectáculo lanzaron muchos papelillos de colores. Esa noche cayó una leve llovizna y todo se mojó… Recuerdo que cuando salgo a presentar, me inclino para pedir la bendición de la Virgen y saludar al público, y no me di cuenta de que en el escenario se habían formado unos pocitos de agua, donde quedaron muchos papelitos que destiñeron. Todo el vestido, en la parte larga, quedó lleno de colores y uno de los organizadores me dice: ¡Ay, Anna, se te dañó el vestido! Yo le repliqué que esos colores no se veían mal, y que la Virgen no iba a permitir que eso ocurriera. Todo el mundo me dijo esa noche que el vestido quedaría manchado. Cuando llegué a casa, lo enjuagué en el lavamanos y vi cómo esa pintura salía como por arte de magia, solo con el agua”, cuenta la admirada locutora.

—Al otro día, los organizadores me llamaron para decir que sentían pena por lo del vestido porque se me había dañado, y se sentían culpables por no haber notificado el asunto de los papelillos de colores. Cuando les conté lo que había ocurrido y que el traje no estaba manchado, no lo podían creer. Uno de ellos me comentó que yo tenía razón, cuando les dije que la Virgen no iba a permitir que el vestido se dañara. Aún lo conservo y lo guardo como algo muy especial, porque fue hecho exclusivamente para esa serenata de la Virgen -argumentó Anna-.