Reportajes y Especiales

Agua, gas y electricidad: los tres dolores de cabeza en la frontera

5 de septiembre de 2020

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En muchas comunidades, cuando un transformador colapsa, los vecinos deben organizarse para recoger el dinero y reemplazarlo, ya que Corpoelec no cuenta con estos insumos.

En el municipio Pedro María Ureña, el escenario es bastante similar a los vecinos de la jurisdicción de Bolívar.


Por Jonathan Maldonado

La frontera, en sus 174 días de cuarentena, no ha estado ajena a las constantes fallas de los servicios básicos. El agua, el gas y la electricidad ocupan, para gran parte de la ciudadanía, los primeros lugares de la lista negra. Frente a este panorama, muchos juegan al ingenio para sortear cada uno de estos obstáculos en tiempos de pandemia.

Jénnifer, Carmen, Sonia, Arturo, Jhon, Jéssica y Antonio son residentes del municipio fronterizo de Bolívar. Los siete se han visto afectados por el deterioro de los servicios. Dicen estar escépticos frente a las posibles soluciones, ya que las frecuentes denuncias que han realizado no han arrojado resultados positivos.

Arturo Estupiñán es residente del barrio Simón Bolívar, parte alta.  Allí, el agua sale por los grifos cada 20 o 25 días. Hay lapsos en los que raya el mes, sin el vital líquido. Los pipotes y demás recipientes se han convertido, para el caballero y su familia, en una opción para ir almacenándola y usarla durante los días de escasez.

Arturo Estupiñán. (Foto/Jonathan Maldonado)

Lavar con agua de lluvia

“Ayer llovió y pudimos parar agüita”, agregó el caballero mientras señalaba con el índice de su mano derecha la ropa que lograron lavar. “En la parte de atrás hay más ropa extendida”, recalcó el quincuagenario para dejar claro que el venezolano ha tenido que buscar alternativas, algo arcaicas, para solucionar.

Estupiñán, en lo que va de cuarentena, se ha mantenido resguardado, junto a los suyos. Sale solo para adquirir los productos de primera necesidad; de resto, se le ve en la fachada de su hogar, tomando aire, y divisando a los peatones que van y vienen, así como el reducido flujo de carros y motos que atraviesan la vía.

Aunque Sonia Vargas es habitante del barrio Simón Bolívar, su casa está bastante alejada de la del caballero. La ciudadana vive en la parte baja, donde los servicios fallan con la misma intensidad. “Para mí, lo más crítico es el tema eléctrico”, subrayó al tiempo que lamentaba ser una de las comunidades con más cantidad de cortes en el día.

La suspensión, según Vargas, puede durar hasta seis horas o más. “Es lamentable, ya que nos limita enormemente en el instante en el que uno tiene que emprender ciertas actividades”, puntualizó quien comparte hogar con su única hija. “Las dos nos acompañamos y nos vamos ayudando”, dijo.

“Hasta la leña está escaseando”

Jéssica Ortega, residente del barrio 5 de Julio, como muchos otros vecinos, se ha visto en la necesidad de cocinar a leña. Aunque en su casa cuenta con una cocina eléctrica, en varias ocasiones no ha podido usarla, pues su zona es una de las que más sufre cortes eléctricos durante el día. “Es muy complejo todo”, resaltó.

Jéssica Ortega. (Foto/Jonathan Maldonado)

Ortega recordó que la última vez que llegó gas a su comunidad fuel el 15 de mayo. “Uno como madre debe mirar qué hace”, acotó la progenitora mientras lamentaba que la leña se le había mojado como consecuencia de las últimas precipitaciones. “Así es más difícil prender la cocina improvisada”, acotó.

Como la problemática con el suministro del gas se ha extendido, junto a su esposo creó una cocina improvisada con un techo que le permite protegerse del sol abrasador que reina casi todo el año. “La leña la buscamos entre varios vecinos y también está escaseando”, debido a la gran demanda, que persiste.

La dama rememoró el incidente que tuvo con su hijo, hace ya algunos meses, al tratar de prender el fogón sufrió varias quemaduras en su cuerpo. “Se quemó parte de la cabeza y  la espalda, que fue la más afectada. Quedaron cicatrices, pero pocas y, gracias a Dios, mi hijo se encuentra muy bien, ya está recuperado”,  indicó.

En torno al panorama con la energía eléctrica, detalló que han tenido que salir a protestar en la vía principal para exigir que cesen los cortes. “Aún no hemos recibido una respuesta oportuna por parte de Corpoelec”, lamentó para luego reiterar que ese sector es uno de los más “castigados”.

“Seis meses sin el servicio”

Al barrio Emilio Constantino Gutiérrez, al igual que otras comunidades de la parroquia El Palotal, el gas no llega desde el pasado 12 de febrero, aseguró Antonio Estupiñán, vecino que ha venido manifestando su inconformidad frente a esta situación.

Antonio Estupiñán. (Foto/Jonathan Maldonado)

“Seguimos igual, no hemos recibido respuesta”, prosiguió el caballero, quien agrega a esta problemática las fallas que se registran con el agua potable. “Hay zonas que pasan sin el vital líquido más de un mes, sobre todo las más altas”, puntualizó.

Jennifer Morales, del barrio 5 de Julio, hizo extensiva la invitación a las autoridades para que traten de solventar. “La mayoría tenemos cocina eléctrica, pero debido a los cortes de luz que tenemos en la comunidad no podemos usarla, y nos queda la leña como única opción”, indicó.

Yéniffer Morales. (Foto/Jonathan Maldonado)

Morales recordó que muchas familias tienen infantes en los hogares. “Se nos dificulta hacerles el tetero y atenderlos de la mejor manera, ya que cuando no es una cosa, es la otra. Necesitamos respuestas rápidas de Corpoelec y de los encargados del gas en San Antonio”, dijo.

En vista de que uno de sus brazos se ha visto afectado por cocinar a leña, ha tenido que repagar los cilindros para poder conseguirlos. “La pequeña la he comprado en 45.000 pesos, mientras la última, la de 18,  la compré en 80.000. Mi familia me ha colaborado”, añadió quien lleva más de cuatro semanas sin poder laborar en una fábrica de tabacos.

“El agua y la luz fallan mucho”

En el barrio Pedro R. Páez, en San Antonio del Táchira, “el agua llega cada mes”, subraya Jhon Ortega, vecino. Otro punto que lamentó son los constantes cortes eléctricos. “Hay lapsos donde la quitan por más de ocho horas”, enfatizó el progenitor de 43 años.

“Hay apagones repentinos, más los cortes que sufrimos frecuentemente”, señaló quien, en reiteradas ocasiones, ha tenido que adquirir el servicio de las cisternas para poder tener agua en su hogar. “El gran problema es sacar del bolsillo 20.000 0 30.000 pesos”, aseveró.

Para Carmen Tarazona, otra habitante de la frontera, la situación es similar. A veces, cuando la electricidad no falla en las mañanas, se levanta lo más temprano posible para usar la cocina eléctrica. “Cuando no contamos con esa suerte, acudimos al fogón a leña”, manifestó.

Carmen Tarazona. (Foto/Jonathan Maldonado)

“El agua, que logramos parar en los tanques, la vamos ahorrando durante los 20 o 25 días que duramos sin el servicio. Algunas veces no nos alcanza y nos toca salir a buscarla”, apuntó quien solo sale para lo más indispensable y empleando siempre las medidas de bioseguridad.

Barrios como Miranda, Antonio Pinto Salinas, Simón Bolívar, Pedro R. Páez y la parroquia El Palotal, registran fuertes problemas en torno al suministro de agua potable.

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