Alejandro Bautista
La recién finalizada semana produjo un formidable aluvión de noticias para los venezolanos defensores de la democracia. Destaca, especialmente, el Informe de la ONU que acusa a Nicolás Maduro, y otros miembros de su gabinete de perpetrar crímenes contra la humanidad. Motivo por el que serán juzgados y sentenciados por la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Según una investigación elaborada para el Consejo de Derechos Humanos de la Organización, las autoridades venezolanas han suministrado ayuda esencial para llevar a cabo ejecuciones arbitrarias y el uso sistemático de la tortura desde 2014, señala el Informe.
La segunda noticia en importancia está referida a la reciente intervención del presidente de la AN y presidente interino de Venezuela, Ing. Juan Guaidó, en la 75ª Asamblea General de la ONU, donde, entre otros asuntos, solicitó de la Asamblea una intervención militar contra Venezuela, invocando la doctrina TheResponsability to Protect (Responsabilidad de proteger).
Otras noticias de no menos importancia, como las movilizaciones de naves (barcos, aviones, helicópteros), equipos y elementos de tropa que viene intensificando el Comando Sur del ejército de los EE.UU, con destino a Venezuela, donde se menciona, entre otros, el destructor norteamericano USS Kidd, buque de los modelos insignia de la marina de los EE.UU., son hechos que ratifican la seriedad e insistencia de los anuncios propalados por los medios internacionales, ya en conocimiento de la opinión pública de Venezuela y del mundo.
Todos estos acontecimientos han hecho reaccionar indistintamente, tanto al régimen gobernante como al pueblo venezolano y opinión mundial. El régimen reniega y exhibe explicaciones en su defensa e insiste en imputar al Gobierno norteamericano de promover la crisis existente, en su afán de apoderarse de las riquezas de Venezuela; mientras, el pueblo democrático mayoritario, percibe la llegada de vientos de esperanza y libertad y nuestros migrantes sueñan con su tan anhelado retorno al lar nativo, en fin… “Todo ayuda, cuando el viento viene de cola”.
Por los hechos acontecidos y ahora, con mayor efervescencia, percibimos que estamos llegando al punto de quiebre. Los venezolanos tenemos derecho a darnos nuestro propio gobierno, transparente, escogido democráticamente, autogestionario, competente, que diseñe un nuevo modelo económico para generar riqueza, progreso, estabilidad y bienestar, capaz de garantizar la mayor suma de felicidad a la ciudadanía. Debe surgir un nuevo gobierno y gobernantes capaces de propiciar los cambios necesarios, que marquen feliz rumbo para la recuperación y reconstrucción de la maltratada patria de Bolívar, hoy tan vilipendiada.
Los venezolanos y no venezolanos, residentes, queremos que esta angustia termine, la noche ha sido muy larga: queremos vivir en paz y reconciliados. El país es grande, tiene suficientes recursos para nuestro bienestar y progreso. El pueblo quiere decidir su futuro: es nuestro legítimo derecho y queremos ejercerlo, por eso surgió la idea de realizar LA CONSULTA POPULAR y es constitucional.
Pero la política no es exactamente una regla matemática, tiene sus complicaciones propias de una democracia. Asume dificultades que ameritan soluciones inteligentes. Nada es fácil, nada nos regalan. La Consulta Popular es vinculante, es decir, no se trata de una mera información o una simple propuesta, sino que tiene carácter obligatorio e impositivo para la contraparte, en nuestro caso, el régimen gobernante. Las normas constitucionales, leyes y reglamentos, son vinculantes a todos los poderes públicos –especialmente en torno a los derechos fundamentales.
Esta Consulta la está proponiendo la sociedad civil organizada. Toca entonces, a esta sociedad civil y los partidos políticos que la promueven, estructurar la organización y proceso inherentes a su realización, menciono entre otras: designación del ente responsable de La Consulta, fecha de la misma, lugares para su realización, cuestionario preguntas, conformación de equipos de mesas, cuadernos registro de votantes, etc. Se entiende que es un acto bastante sencillo y rápido. Pero el tiempo es muy corto y no se puede dejar nada al azar. Estamos en el momento preciso de prever lo que hay que hacer: vacilar es perder.
*Doctor en Cooperación Internacional. Integración y Descentralización: Los Desafíos del Desarrollo Internacional
Alejandro Bautista González *