Un retorno trágico, cargado de dolor y llanto
30 de noviembre de 2024
El pasado 30 de septiembre del año 2000, cerraste los ojos al mundo para abrirlos a la eternidad. Desde la Cuna de la Cristiandad en Venezuela, Guanare y como su IV Obispo, tus padres Olimpo y Alejandrina extendieron sus brazos para venir a buscarte y llevarte a la Presencia de Dios Todopoderoso y Eterno, Padre y Gran Arquitecto del Universo.
Tu vida como hijo, hermano, tío, sacerdote y buen amigo, fue siempre y en todo momento ejemplar. Tus muy sabios consejos todavía retumban en la conciencia de quienes los escuchamos en su debido momento y por su debida causa. Tu sacerdocio en el Táchira, como párroco en diferentes localidades del estado Táchira, así como rector de la Basílica de Nuestra Señora de la Consolación de Táriba por más de veinticinco años y creador de su Santa Oración, todo ello condujo a que monseñor Alejandro Fernández Feo, III Obispo del Táchira, te designara Vicario General de la Diócesis, una de las más importantes del país. Tu sacerdocio lleno de bondad, de paz espiritual y de ayuda constante al ser humano, te condujo a partir de 1986, por decisión del Papa Santo Juan Pablo II, a dignarte con la Mitra, el Báculo y el Solideo, como Obispo Titular de Forconio en Italia y Primer Obispo Auxiliar de la Ciudad de Barinas, ciudad bañada por el imponente Río Santo Domingo que se une al Apure y luego al monumental Orinoco. Tu indiscutible Obra Pastoral en esa ciudad del llano venezolano, hizo que nuevamente KAROL WOJTYLA, el Papa Santo, atisbara tu impoluto sacerdocio mitrado designándote de manera apodíctica como IV Obispo de Guanare, Cuna de la Cristiandad en Venezuela. Tras catorce años de muy franca actividad eclesiástica y pastoral por todos los rincones del estado Portuguesa, allá quedaron tus obras, como la construcción del Templo Votivo a Santa María de Coromoto en Guanare de Los Cospes y tus consagrados restos mortales, inhumados con los aplausos de tu grey y tus familiares al pie del Santísimo de la Primogénita Catedral de Guanare y con los honores correspondientes a tu alta investidura eclesiástica como sucesor de los apóstoles y bajo los acordes del Himno Nacional de la República de Venezuela.
Tu imagen, recuerdo, ejemplo y vivencia son imborrables para todos los que tuvimos la dicha de ser tu familia y los que tuvieron a bien compartir tu vida de trabajo sacerdotal y tu inagotable amistad. Te pido protejas y cuides a tu hermana Dulce Evelia, a tus sobrinos: Jesús Orlando, Simón Alejandro, Diva Hermelina, Consuelo Eglé, Consuelito, Eduardo, Solande, German y Miriam, muy especialmente a mi hija María Alejandra Méndez Serjal, que marchó a Santiago de Chile para su progreso académico y personal; así como también a toda la familia que comenzará a crecer tras la unión de los Figueroa y los Medina, y quienes se encuentran diseminados por el mundo entero. Apártanos del mal y del peligro y en los momentos que más necesitemos del sosiego, seas como siempre esa luz que ilumina fuertemente nuestro camino, el cual como es natural, poco a poco, para algunos se va acercando el final del mismo.
Bendíceme.
Abog. Gerardo Enrique Méndez Figueroa, tu sobrino.
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