Desde ese 2013, hasta este año 2020, Valery Gabriela Pérez Gutiérrez ha ido escribiendo su historia musical con el violín. Su carrera, se puede decir, la inició a los 4 años, en el 2012.
Por María Teresa Amaya
“¡Hola Valery!… ¿Conoces este instrumento?… ¿Te gustaría tocarlo?”, preguntó el profesor Rafael Varela, director de la Orquesta Sinfónica Cipriano Castro, del núcleo Capacho del Sistema de Orquestas de Venezuela, a una niña de ojos brillantes, color verde, y el cabello dorado, risueña y curiosa, a los 5 años de edad.
Él le mostró un violín, y la reacción de esta pequeña tachirense, quien nació en San Cristóbal, pero ha vivido y crecido junto a sus padres en la población de Capacho, fue de identidad, al escuchar sus notas mientras el maestro ejecutaba algunos ejercicios, sonrió y su respuesta, simple y convencida, fue “sí”.
Desde ese 2013, hasta este año 2020, Valery Gabriela Pérez Gutiérrez ha ido escribiendo su historia musical con el violín. Su carrera, se puede decir, la inició a los 4 años, en el 2012, cuando sus padres la inscribieron en el núcleo Capacho del Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela, en clases de lenguaje musical y flauta dulce.
Luego vino el encuentro con el director del Sistema de Orquestas del núcleo Capacho (en ese momento) y desde ese instante, que Valery recuerda con arraigo en su corazón, ha tenido maestros como Katerine Rangel y los hermanos Orlando y Eduardo Mogollón, con quienes trabajaba varios días a la semana conociendo ese instrumento de madera, con cuatro cuerdas y un arco, que se convirtió en su amigo incondicional.
En el año 2017 presentó una audición para la Orquesta Regional Luis Gilberto Mendoza, cuya sede se encuentra en la Unidad Vecinal, en San Cristóbal, y de esta orquesta forma parte en la actualidad.
—He participado en diversos conciertos, interpretando óperas de gran envergadura como “La Traviata” de Verdi y “Don Pasquale” de Donizetti, entre otras obras de alto nivel. Por otra parte, mi formación como cuatrista comienza en un plan vacacional en el año 2018, con la profesora María Teresa Amaya, quien es mi ejemplo a seguir con el instrumento. En la actualidad recibo clases en esta disciplina del gran músico capachense Jesús Ruiz”.
Otros talentos
Esta perspicaz artista tachirense, de tan solo 12 años de edad, estudia el primer año de educación secundaria y se encuentra en el 8vo nivel del curso de inglés que se realiza en la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET).
Es muy responsable, comprometida con sus deberes, y en el sentido musical se concentra cada día en lograr ser mejor ejecutante en cualquier instrumento que llegue a sus manos; estudia, ensaya e innova en el violín, el cuatro y la guitarra, que son en los que, hasta el momento, Valery Pérez se inspira.
Con respecto al canto, desde que perteneció al coro de la escuela donde estudiaba, comenta que sentía una conexión y pasión al cantar; pero fue solo hasta el 2019 cuando “audicionó” para ser parte de la agrupación “Niños Cantores del Táchira”, en la que ocupa un lugar en la fila de la tercera voz.
En estos meses de confinamiento en el mundo por la pandemia del covid-19, apoyada por sus padres, Naibeth Gutiérrez y Luis Alberto Pérez, y junto a su hermanito de 2 años, Mateo, la creatividad e inspiración musical la han impulsado a conocer sus destrezas como solista, por lo que ha grabado varios videos caseros con canciones escogidas por ella misma y en las que buscó determinados lugares para cantar y tocar acompañada de los instrumentos que toca.
—Al inicio del tiempo de resguardo, mis padres y yo tuvimos la idea de producir videos caseros, para luego subirlos a las redes sociales, en este caso, mi cuenta de Instagram (@valeryperezg) y de mi canal de Youtube, Valery Pérez Covers. Estos videos me han permitido recibir el apoyo de bastantes medios tachirenses y ganar importantes premios, como lo son: Una beca de Masterclasses, de cuatro venezolanos, con el famoso grupo C4 Trío, clases dictadas desde la ciudad de Miami en los Estados Unidos; también una beca de clases de canto con la maravillosa profesora Yéssika García, y una beca de clases de violín con la Academia de Verano Mozarteum de Caracas -cuenta la jovencita emocionada-.
Estos trabajos le permitieron conocer al talentoso Sergio Guerrero, un joven profesional que nació en Caracas pero se crio en la población de Capacho, estado Táchira, y su sueño desde niño siempre lo vio en la dirección de cine, por lo que se preparó, capacitó y por esa meta ha luchado con verdadera entrega, por lo que recibió en el mes de septiembre el premio como mejor director de cine venezolano, por los prestigiosos premios Mara Internacional.
Con Sergio, Smart GROUP FILMS Y SG ENTERTAINMENT, que se han preocupado, entre una de sus metas, por llevar a su lente fílmico la cultura de esta población, esta soñadora artista realizó el Cover del bambuco “Tierra Tachirense”, del maestro Jesús “Chucho” Corrales, y planifica próximos trabajos musicales con la última tecnología en Smartphone.
La vena musical
Cuenta con una vena musical netamente familiar, por parte de su padre, porque su abuelo José Gregorio Pérez Martí (+) egresó de la escuela Normal J.A. Román Valecillos, en San Cristóbal, como docente especialista de música, fue ícono del rock en el Táchira, se destacó como tecladista y vocalista del famoso grupo “Cristal” en los años 80, luego viajó a la ciudad de Boston de los Estados Unidos y obtuvo el título como licenciado en jazz y música de cine, en la prestigiosa universidad “Berklee College of Music”.
Además de ese lazo familiar, cuenta Valery: “En cuanto a mi bisabuelo, Rufo Pérez Salomón (+), quien nació en Guárico, al igual que mi abuelo, fue un gran compositor, fundador y director de la escuela y banda de música “Francisco J. Marciales”, de la ciudad de Rubio; luego, en San Cristóbal, fue director de la escuela de música “Miguel Ángel Espinel”; además, fundador y director de la “Orquesta Sinfónica de los Andes” y de la especialidad de docencia musical de la Escuela Normal J.A. Román Valecillos”.
Valery Pérez sigue preparándose cada día con diferentes instructores, pues su aspiración de descubrir la esencia de la música y lograr su propósito se le nota en su entusiasmo, su entrega, sensibilidad espiritual y destreza al tomar en sus manos el instrumento a ejecutar, y su voz viene a ser el complemento de una estrella tachirense conquistada por el arte de los sonidos.