Los primeros cinco días de cada mes tenemos que pagar los tres mil bolívares de vacuna que nos exigen los paracos, si no cancelamos en ese tiempo, nos dicen que después pagamos, pero que por ese incumplimiento nos van a sancionar y que la cifra se duplica, o de lo contrario nos matan a dos o tres de nuestros afiliados, ese terror suele suceder mes a mes en nuestro pueblo, lo más grave es que quienes cobran la extorsión son los mismos que le aplican la vacuna a comerciantes, transportistas, taxistas, vendedores de helados y propietarios de casas, en los barrios de Rubio”.
Este relato corresponde a Estéfano, un humilde mototaxista de Rubio, quien padece, al igual que la gran mayoría de habitantes del municipio Junín, el cobro de vacunas, extorsiones y amenazas de muerte, de parte de agrupaciones criminales, cuyos integrantes pertenecen presuntamente a grupos irregulares que operan en la franja fronteriza.
Los niveles de inseguridad en la otrora pacífica Ciudad Pontálida ya raya en lo estrambótico, pues las agrupaciones identificadas como paramilitares y el hampa organizada, han diseñado todo un andamiaje de terror que obliga a las víctimas a cancelar periódicamente determinadas sumas de dinero, cuya acumulación cataliza el fenómeno de la extorsión a través del terror y el miedo.