Opinión

Repelencias 324

14 de noviembre de 2020

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Carlos Orozco Carrero

-La punta de eje, dijo el muchacho que estaba parado frente a la casa y vio la camioneta arrastrarse un par de metros, no sin antes arrancar un tolete del viejo asfalto que le habían echado hacía más de 40 años. -Bájense todos, ordenó Caraquita. En aquella casa había mucha gente y los adornos colgaban en los techos de los corredores. -Aquí hay fiesta, Carretico. Era domingo y teníamos que estar el martes en los estudios de grabación de la emisora La Voz de Acirema. Un disquito de 45 RPM para pasar a la posteridad de nuestro pueblo. “Uribante”, vals dedicado a esta tierra y al primer amor de nuestras vidas, en composición de Pablo Mendoza, sastre de alta calidad y amigo de Benedicto, panadero y padre mío. Los vecinos de la aldea Zayzayal reconocieron a los del grupo musical y ofrecieron una mistela de urgencia. Caraquita, el chofer, se rascaba la porra por debajo de un sombrerito cachicamero que le habían traído unos familiares de un viaje al reino de Chiquinquirá, cerca de Bogotá. Y ¿ahora? Nadie supo a quién se le ocurrió bajar los instrumentos y ofrecer unos temas musicales en honor a la muchacha que estaba cumpliendo sus quince años. De más está decirles que nos agarró el lunes en plena carretera por La Fría y que la camioneta la habíamos dejado en una pesebrera para arreglarla al regreso de la grabación. Por ahí está el disquito, estrenado en el programa “Los Venezolanos Primero”, con Gerardo Brito, por Radio Lara.

La señora Marucha llega todos los días, a golpe de 11 de la mañana, a pedir a Pulqueria unos piquitos de plátanos o cambures prestados. -Creo que esta vecina le está poniendo el ojo al viejo Cosme. Ella sabe que a esta hora llega el compadre a husmear la cocina. -Son figuraciones tuyas, Melqui, dice mi tía. -Qué le ve a ese viejo carramplón, sin arte ni oficio. -Ay, vieja. Algo tiene el agua cuando la bendicen, sonríe el jefe de la casa.

Aumentan los sueldos y no controlan los precios. Así para qué aumento…

El flaco Elpidio ahora camina calle arriba y calle abajo, intentando recuperar los tiempos dedicados a otras cosas muy lejos del pueblo. De su pueblito hermoso, paisanos. Está contento el flaco. Algunos dicen que el amor lo ha flechado y ya sabemos lo que es eso a cierta edad. El montañero lo certifica.

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