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Opinión
Gobierno de Trinidad y Tobago: rompió nuestro corazón de nuevo
17 de diciembre de 2020
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Pedro A. Parra
“En moral como en política hay reglas que no se deben traspasar, pues su violación suele costar caro”. (Simón Bolívar).
“Dejad que los niños vengan a mí”, dijo el ¡Señor!
Señor Keith Rowley, Primer Ministro de Trinidad y Tobago, el señalamiento que su persona hiciera denunciando la utilización para fines políticos de la deportación de 16 niños venezolanos, acompañados por algunas madres, que volvieron al territorio insular tras cerca de 48 horas de incertidumbre en las que no se conocía su paradero, han causado una gran indignación en el seno del pueblo venezolano.Usted no actuó nunca como padre, Usted se olvidó que el que tiene a un hijo, tiene a todos los hijos del mundo como nos enseñara nuestro Andrés Eloy Blanco. Usted se conformó con decir que “los niños entraron de forma ilegal a Trinidad y Tobago”, adentrándose más en la parte política que en la meramente humanitaria. Usted nos mantuvo en ascuas, Señor Ministro.
Lo que su persona y su gobierno hicieron, ha sido una acción innoble, indigna, despreciable, baja, perversa, miserable, ruin y vil; estamos muy irritados, enojados y enfadados, porque si existe un ser vulnerable en el mundo, son los niños, y usted olvidó ese principio universal de protección, además de dar declaraciones altisonantes, como ésta, que mencionaré a continuación: “Trinidad y Tobago se encuentra actualmente bajo el último asalto, utilizando personas anónimas, sin rostro, armadas con niños inocentes, para tratar de obligarnos a aceptar su comprensión del estatuto de refugiado”; que vergüenza, Señor Ministro, el pueblo de Trinidad y Tobago que ha pasado por tantos sufrimientos, no le perdonará jamás que hiciera esto con los niños venezolanos, ya que los niños tienen un solo apellido: “pueblo” y una sola patria “el Universo”.
No contento con ello, nuestros hijos fueron detenidos como vulgares delincuentes. ¿No es esto, perversión, depravación, malignidad y envilecimiento Señor Ministro? A los venezolanos jamás se nos va a olvidar esta innoble actuación, y le queremos recordar que “así paga el diablo”, pregúntele al pueblo de Trinidad y Tobago, cómo los hemos tratado en nuestro país Venezuela. El hecho de que hoy estemos pasando por una situación tan crítica y difícil, no significa, jamás, que tengamos que soportar estas iniquidades. Algún día nos encontraremos en la acera de enfrente, y, tenga la certeza y la seguridad que allí estaremos dispuestos a dar la batalla legal, material, natural, y por todos los medios internacionales habidos y por haber, para poder dar la mano amiga a todos aquellos niños de Trinidad y Tobago y del mundo entero, que necesiten de nuestro apoyo y protección.
Ahora, lo volvieron a hacer de nuevo, y, hemos visto horrorizados, tristes, indignados, estupefactos, como diecinueve venezolanos mueren ahogados porque no fueron recibidos en ese país. Estamos en regio luto Señores del gobierno de Trinidad y Tobago. Esas acciones jamás se borrarán de nuestra mente y juramos ante el Todopoderoso que no descansaremos hasta lograr que estos crímenes sean pagados. Hay una Justicia Divina, otra Internacional y otra nacional, que es propia, que es nuestra, que la sentimos nosotros.
Vamos a volver a ser lo que un día fuimos, Señor Ministro de Trinidad y Tobago; pero, su actitud nos ha dejado muy tristes; acá no se trata de que el mundo, a través de las Organizaciones Internacionales protesten de su actitud; acá no se trata de declaraciones de guerra ni de aplicación de protocolos, ni de actuaciones timoratas de los gobiernos de turno, no, acá se trata de que Usted comprenda de que lo ha hecho muy mal, de que Usted contrarió sus propios sentimientos de padre, de pastor digno que sabe guiar a sus ovejas. Nosotros, Señor Ministro, no lo vamos a perdonar, y menos olvidaremos tamaña afrenta e iniquidad.
Ayer fueron nuestros niños: se salvaron; hoy, diecinueve venezolanos murieron ahogados por la actitud de Ustedes. ¡Miserables! Arriba hay un Dios, y, acá abajo unos patriotas que claman indignados por justicia y libertad.
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