Opinión

¿Contribuye el feminismo a la igualdad social?

23 de diciembre de 2020

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Pedro A. Parra *


Vaya mi agradecimiento a mi nieta Barbarita, quien, a sus 14 años, me regaló las ideas que inspiraron este desarrollo. Tengo que comenzar este artículo haciendo una mención sobre “la Declaración de Sentimientos” de Séneca Falls, en 1848, cuando señalaba en uno de sus párrafos: “La historia de la humanidad es la historia de las repetidas vejaciones y usurpaciones perpetradas por el hombre contra la mujer, con el objetivo directo de establecer una tiranía absoluta sobre ella”. Si estas afirmaciones se hicieron en esa época, cuando la mujer no podía votar; cuando no podía participar en congresos nacionales, vale decir, en la política; cuando no se le reconocían algunos derechos; además, eran quejas dirigidas a las instituciones, no a los individuos; pero, la manera como se planteaba y se plantea ahora, es lo que conduce a pensar que estos movimientos feministas no están haciendo las cosas como se debieran hacer, y están causando graves divisiones dentro de la sociedad, las cuales no son convenientes para mantener el equilibrio y la equidad social.

En otra parte de esta Declaración de Sentimientos, se dice: Decidimos “Que todas aquellas leyes que entorpezcan la verdadera y sustancial felicidad de la mujer son contrarias al gran precepto de la naturaleza y no tienen validez, pues este precepto tiene primacía sobre cualquier otro”. ¿Quién podría oponerse a la felicidad de la mujer? ¿Quién está a nuestro lado siempre, quién? Pues estamos hablando que la mujer es nuestra madre, esposa, hermana, hija, compañera, amante, amiga, y… mucho más.

Cuántas mujeres en el mundo no han marcado la pauta en múltiples actividades, profesiones y sacrificios, como: La Virgen María, Madre Teresa de Calcuta, Nefertiti, la Reina de Saba, Cleopatra, Juana de Arco, Isabel la Católica, Catalina de Aragón, Catalina de Médicis, Rosa Luxemburgo, Golda Meir, Indira Gandhi, Margaret Thatcher, Corazón Aquino, Greta Garbo, María Callas, Juana Inés de la Cruz, Gabriela Mistral, Agatha Christie, María Montessori, Malala, María Curie, Rosa Parks, Benazir Bhutto, Clara Campoamor, y libros y libros podrían escribirse con nombres de mujeres de valía y corazón.

Pero, muy diferente a ello, es lo que está pasando en el mundo con estos movimientos feministas, que no solo están maltratando a los hombres, sino que los quieren ridiculizar y no es esta la forma ni manera de mostrar y demostrar que la revolución feminista es una lucha por la igualdad y que para ello es recomendable contar con el apoyo también de los hombres, así como también los hombres tienen que contar con la presencia de las mujeres para poder destacarse y avanzar.

El motivo central del feminismo –según algunas de sus dirigentes- es la lucha por la igualdad, que la etiqueta del odio a los hombres es producto o de la difamación o de un malentendido. Sin embargo, gran parte de la retórica feminista actual ha cruzado la línea que separa las críticas al sexismo de las críticas a los hombres, y se centra en el comportamiento personal: cómo hablan, cómo abordan las relaciones, incluso cómo se sientan en el transporte público. Se destacan los defectos masculinos como condenas absolutas, y cualquier objeción a ello se considera un síntoma de complicidad.

Este antagonismo entre los sexos no contribuye a promover una igualdad que aún es incompleta. La obsesión con que los hombres se comportan mal, más bien desvía la atención de problemas más importantes, como los cambios necesarios en el lugar de trabajo para facilitar el equilibrio entre la vida laboral y la personal. Aun más, los ataques a los hombres no solo provocan la antipatía de muchos varones –y unas cuantas mujeres-, sino que los empujan hacia subculturas en las que las reflexiones sobre el feminismo se mezclan con la hostilidad.

Las cosas han llegado a un punto en el que los ataques superficiales a los hombres son un murmullo constante en los medios digitales más modernos y progresistas. Ridiculizar y criticar a los hombres, repito, no es la forma de mostrar que la revolución feminista es una lucha por la igualdad. Hay dirigentes de estos grupos feministas que afirman que “odiar a los hombres no puede ser perjudicial, porque ellos siguen teniendo el poder y los privilegios”.

Tenemos que señalar, con toda responsabilidad, que para formar parte de esa curación, el feminismo debe incluir a los hombres, no solo como aliados sino como socios, con una misma voz y una misma humanidad. ¡Qué grande fue nuestro Dios al crear a la mujer y al hombre. ¡Bienvenidas y Bienvenidos! * Profesor

Pedro A. Parra *

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