Regional

El pesebre nace en el corazón de Roberto Omaña Girón

23 de diciembre de 2020

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Norma Pérez


El nacimiento en un lugar privilegiado.

Desde hace más de cuatro décadas, Roberto Omaña Girón dedica varios meses e incontables horas de su tiempo a la elaboración del pesebre que en diciembre alberga el nacimiento en su casa de San Cristóbal. Pone toda su atención en los detalles y muchas de las piezas que allí se exhiben son hechas por él.

En sus manos, el humilde portal con el que se representa el advenimiento del Niño Jesús se convierte en una obra de arte que se gana la admiración de quienes tienen el privilegio de apreciarla. Dedicación, amor y gusto por lo que hace son los pilares de su trabajo. Arraigado en lo más profundo de su corazón, el pesebre, cada día nace.

Herencia materna

El artista invierte meses de trabajo.

A la fecha, este zuliano de nacimiento, pero tachirense de vivencias y afectos, suma 80 años de edad. Su afición por la elaboración de pesebres se inició cuando se trasladaron desde su tierra natal hasta el estado Mérida, donde se celebra con mucha fe esta tradición religiosa.

“En el Zulia teníamos la costumbre de adornar el arbolito, por influencia de la gente que trabajaba en las petroleras;  cuando nos mudamos a Mérida, era mi madre quien hacía los primeros pesebres. Yo la observaba y de ahí nació mi interés por replicarlo”.

Roberto Omaña Girón es ingeniero civil; egresó de la ilustre Universidad de los Andes el 20 de octubre de 1962, como integrante de la promoción “Doctor Francisco J. Lluch”. Sus conocimientos profesionales los aplica en la construcción de la estructura sobre la que coloca el belén.

El artista invierte meses de trabajo.

“En 1976 me trasladé a San Cristóbal, allí conocí a quien más tarde sería mi esposa, Omaira Peñaloza Roa. Tres años después, regresé a Mérida, vi en una tienda de artesanía artículos de pesebre, entre ellos algunos hechos en piedra blanca. Los adquirí y allí fue cuando hice el primero, el cual ocupó, aproximadamente, un espacio de metro y medio”.

En la década de los 80 trabajaba en la represa Uribante-Caparo y seguía haciendo un pesebre básico en su casa. “Un día tropecé en Barrio Obrero con un señor que vendía una colección de las revistas españolas “El Prado”, las cuales incluían una pieza del pesebre, y las compré durante 75 semanas continuas, hasta tenerlas todas”.

Esta era una colección muy hermosa, con figuras de 12 centímetros de alto; incluía pastores, la Sagrada Familia, camellos, los Reyes Magos, las ovejas, y algunas construcciones.

Después adquirió 25 piezas del famoso artesano italiano Santini y las incorporó a su colección. Además, de elaboración propia, son la casa del nacimiento, la  Visitación al Templo, la casa de La Anunciación,  la carpintería y la herrería, y otras casitas. Completó unas cien figuras, que concatenaban, aunque son de diferente estilo.

Su pesebre pasó de aquel discreto metro y medio a alcanzar los seis metros;  este año las medidas son de tres por cuatro metros cuadrados. Con madera construyó unos “burros” y un mesón de ocho metros cuadrados.

“Las instrucciones que seguí de las ediciones de “El Prado” hablan de los elementos sustentables, es decir, donde se va a soportar el peso del belén. Para establecer diferentes niveles, elaboré superficies planas con diversas alturas, con esto pude hacer más visible el pesebre, en todas sus partes. Así no está en el suelo, sino de un metro hacia arriba, y las personas no necesitan agacharse para observarlo”.

 

La escena se presenta magnífica, con papel pintado en diferentes tonalidades que simulan montañas, valles y desiertos; arena, árboles y musgo artificial complementan el paisaje, las cascadas que caen desde lo alto, la diversidad de portales y casas, donde se aprecia un valioso quehacer artístico de diminutos ladrillos, o paredes que hacen revivir una época de siglos pasados.

Un cielo azul cubre el paisaje

Sobre el resultado del trabajo minucioso del artista se despliega un cielo azul cargado de estrellas que recuerdan la que guió a los Reyes Magos. Junto al pesebre, está su creador, satisfecho por los resultados de una labor que cada año, durante meses, le roba el sueño y el descanso, pero le regala la calidez de los más gratos sentimientos.

Ilumina la estancia la sonrisa de alegría y gratitud de Roberto Omaña Girón. Este 24 de diciembre, el Niño Jesús nuevamente nacerá en su corazón.

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