Néstor Melani Orozco (*)
Fue una noche de año viejo. Esta descrito en su diario que narró en «El Cojo Ilustrado» el idealista Emilio Constantino Guerrero. Cuando se manifestaba en las noches románticas de La Grita y Lucia Serena prestaba atención a los sublimes encantos de la Poesía. Sobre los albores del campanario de la vieja abadía del convento y la casa de Isaura. La poetisa. Después de las recolectas de las uvas y los lirios en la mesa de aquella noche sacrosanta. Junto al ilustrado Romero Garrido y la sociedad romántica del siglo XIX. De 1899. En las miradas de Monseñor Jáuregui. La virtud de Félix Román Duque. De Ramón Vera G. y las imágenes que enaltecieron aquella historia de amor grítense.
Cuando los pasos de la Revolución de los Andinos había cruzado caminos y derrocado a Ignacio Andrade.
Lucia se escribió como una propuesta entre la historia y los testimonios de la guerra de independencia entre 1826 y 1828.
Más desde el terremoto que desfloro a la capital andina y sobre el reloj del tiempo se ocurrió de la sal de las piedras y de aquel amor platónico del escritor con la hermosa Lucia. Quien frecuentaba la casa de la poesía y de vida se sentía la obra del romanticismo francés, como de las testimoniales presencias de «María» de Jorge Isaac.
Fueron tantas las emociones que 50 años después los grítenses veneraban la tumba de Lucía. En el cementerio del llano de la cruz. Y desde el amor infinito se consagraron las palabras. Se juró el amor sagrado y se dejó saber de La Grita «Circasia de Los Andes»
En 913. Isaura le da el calificativo a la Grita como «Atenas del Táchira»
Y en 1914 se bautiza la novela «Lucia» en la Academia de la Historia de Caracas. Emilio Constantino poseía la distinción de las academias. Y era en ese momento Presidente de La Corte Suprema de Justicia y de Casación.
La Grita aún no ha enaltecido lo meritorio de aquella novela. De los pasos del reverendo Fernando José García ante Bolívar en plena guerra y de la belleza de la mujer en las promesas a la Cruz de la Espinosa. Junto al Crucifijo colonial el inmenso. Madero del Santo Cristo de La Grita. Y de las flores en el arpa de Luis el joven de Villa del Rosario, sobrino de los García de Hevia, quien vino a temperar por su delicada enfermedad bronquial y en el llano de La Cruz se enamoró de Lucia.
Así hace la connotación el escritor. Y desde un corazón grande termina aquel amor en una tragedia de una noche de la boda, la mariposa negra y el terremoto de la ciudad azul de los Andes.
Por esto estás noches cercanas al Año Nuevo La Grita del Espíritu Santo debiera conmemorar su novela, cuando fue leída en la Noche Vieja de una tertulia para abrir el amanecer de aquel amanecer de Año Nuevo.
En 119 años pasados.
Recuerdos de un pueblo viejo. Donde la luna vistió los amores. Y el escritor. Padre de la Primera Tesis en el mundo sobre el Derecho internacional Aéreo. Le enviaba su obra romántica al autor de «María» en los valles del Cauca. Y Jorge Isaac le respondió con sentimientos y Emilio Constantino no quiso responderle. Si no fue al Cauca para que viera las manos con las que escribió a su «Lucia».
La novela se convirtió en texto de lectura del español de la Universidad de Illinois en la ciudad de Chicago.
Y también cátedra de investigación de la Universidad de Salamanca en España.
Los años pasaron de aquella Noche Vieja grítense. Y en 1947. Isaura le narró estos recuerdos al poeta Dr. Teodoro Gutiérrez Calderón. Siendo publicadas en la revista del Instituto Civil Jáuregui…
Han pasado los calendarios y La Grita sigue en silencio sin saber y ni poder ver un día sus interesantes testimonios.
Mientras la luna del año Nuevo 2021. En la ceremonia de una gigantesca y mundial Cuarentena.
Mientras siempre de amor ha guardado las huellas sagradas de su novela «Lucia»…
Entre retratos viejos y la poesía… o el epitafio de un adiós inmenso…
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