Jonathan Maldonado
Texto y fotos
El asesinato de una adolescente de 14 años y suicidio de su victimario, su padrastro, han conmocionado a los habitantes del municipio fronterizo de Pedro María Ureña, quienes catalogaron el suceso de dantesco y abominable. El crimen se registró en horas de la mañana del pasado viernes 8 de enero.
A los vecinos de la calle 2 del barrio Hugo Chávez Frías, donde Ramón Antonio Nariño, de 59 años, acabó con la vida de su hijastra, aún les cuesta creer lo acontecido. “Es la primera vez que sucede algo así en nuestra zona. Estamos consternados”, soltó una de los habitantes en conversación con el equipo reporteril de La Nación.
La casa donde vivía la menor, junto a su madre, padrastro y hermano, tiene el número 3-14. Las paredes de la fachada están aún sin frisar. “Aunque la vivienda es de dos pisos, ellos vivían en la parte de abajo”, prosiguió el ciudadano mientras señalaba que, para el sábado 10 de enero, la familia tenía pensado desocupar la residencia por petición de los propietarios.
Muchos, al pasar por la estructura, no dudan en mirar hacia la puerta de la vivienda, de donde la progenitora salió corriendo en busca de ayuda cuando vio los cuerpos de su hija y pareja sin signos vitales. La mujer se hallaba en Cúcuta, Colombia, con su hijo y, al arribar en horas de la tarde del viernes, se tropezó con la escena.
“Eran cerca de las 3:50 p.m. cuando llegó la mamá. Tras escuchar los gritos, mi esposo acudió a ayudarla y entró a la vivienda. Primero vio el cuerpo de Nariño, tendido en el suelo. Luego, pasó al otro cuatro, donde estaba el cuerpo de la niña. Estaba tendido en su cama”, puntualizó la vecina al tiempo que miraba hacia la vivienda.
El grupo de lugareños que participó en la conversación prefirió no ser identificado. Aseguró que la última vez que vieron a la niña, fue el jueves 7 de enero, en la noche, cuando compartía en bicicleta con otros amigos de la cuadra.
“Nos pedía que oráramos”
Hace aproximadamente mes y medio, la progenitora de la menor acudió a una de las familias vecinas para pedirle que oraran por ellos, pues su pareja, Nariño, tenía un comportamiento violento y no podían calmarlo. “Nosotros fuimos y oramos por él”, indicó el padre del núcleo familiar.
“Lo que nunca nos imaginamos era que él (Nariño) abusaba de la niña. La mamá nunca nos comentó algo y creo que se pudo evitar esta tragedia”, lamentó el hombre visiblemente afectado por el suceso.
Los vecinos subrayaron la importancia de escuchar a los hijos e indagar cuando haya denuncias de este tipo. “Muchas veces caemos en el error de ignorar lo que nos dicen los niños y mire lo que puede pasar”, acotó otra vecina señalando hacia la fachada de la casa donde se registró el crimen.
Eran del municipio Bolívar
Antes de radicarse en el municipio Pedro María Ureña, el grupo familiar de la adolescente asesinada vivía en Llano de Jorge, comunidad de la jurisdicción fronteriza de Bolívar. Allá tenían su casa propia.
Sin embargo, hace aproximadamente dos años, cuando la menor le confesó a su madre que su padrastro abusaba de ella, la progenitora decidió, junto a su pareja, mudarse a la localidad vecina.
El pasado viernes 8 de enero, Nariño asesinó a su hijastra y posteriormente se suicidó al suspender su cuerpo con un mecate sostenido en la viga del techo de la residencia número 3-14, ubicada en el barrio Hugo Chávez Frías, en Ureña.