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Omaira Labrador M.
Neira Zambrano, como casi todas las personas, veía el tema de covid-19 de cuidado, pero algo lejano.
En septiembre, ante la muerte de una amiga por las secuelas del covid-19, Neira Zambrano Labrador, especialista en Recursos Humanos, supo que la pandemia no era lejana y ya estaba en el municipio Ayacucho, donde vive.
El dolor por la muerte de una amiga hizo que Neira Zambrano, además de estar alerta, comenzara a actuar con suma cautela.
“El virus está en Colón y debo cuidarme más”, pensó, con toda razón.
Y no era absurdo que esta profesional se preocupara, porque el lejano virus, que se expandió de China a todo el mundo, ya hacía su presencia en su pequeña patria, ya que ella, en octubre del 2014, padeció de chikunguña y sufrió el síndrome de Guillain-Barré, moderado.
A raíz del síndrome de Guillain-Barré, padezco de polineuropatía leve en manos y moderada en los pies; comencé a subir las defensas –– cuenta Neira Zambrano, ya recuperada –– . Comencé a tomar polivitamínicos, complejo B inyectado, ácido fólico, té de limón caliente, y moderadamente jengibre, cúrcuma y orégano orejón, además del tratamiento para el asma moderada.
Zambrano consideró que era el momento de tomar muchos bebedizos, volver a la fuente natural… como en los tiempos de los abuelos y padres.
Lógicamente, no dejó de lado el uso del tapaboca, el lavado de manos y uso de alcohol a cada rato en las manos. Al llegar a casa ponía en práctica todas las recomendaciones dadas contra el virus que desde hace un año afecta a la humanidad.
Zambrano, de 61 años de edad, vive con su mamá de 82; por eso, tomó en cuenta las sugerencias globales para evitar posibles contagios: todo separado, habitación, baño…distancia para comer. Ella sólo salía a sus compromisos laborales, como asesora en gestión de recursos humanos.
A su mamá le pegó una gripe fuerte el 8 de diciembre, y a ella, el 15 del mismo mes, le comenzó una rinitis alérgica, con una leve molestia respiratoria.
Con el virus hemos topado
Si en septiembre Neira Zambrano comprendió que el virus no era lejano, que ya estaba en Colón, en diciembre comprobó que ya estaba en su casa, y en su persona. Que estaba más cerca de lo esperado.
—El 18 de diciembre, en la madrugada, me desperté con congestión nasal. Le pedí al Espíritu Santo que, si era el covid, me enviara una señal; también recuerdo que se me vino a mi mente Isaías 43, me levanté, busqué la Biblia y lo leí; me dio una tranquilidad muy grande, soy católica y prácticamente, durante todo el proceso, estuve agarrada de la mano de Dios y de nuestra madre, la Virgen de la Consolación co—menta hoy, con profundo agradecimiento católico.
El sábado 18 de diciembre, en la mañana, al momento de preparar un aliño para cocinar con ajo y pimienta, no percibió el olor de ninguno, pero pensó que la pimienta estaba dañada; “¡ajá!, ¿y el ajo?”, se preguntó con malicia, y entonces tuvo un presentimiento y buscó una colonia muy fuerte, se la puso en la nariz y no percibía el aroma.
No hubo susto, terror, miedo. Aplicó aquello de ocuparnos médicamente.
Atención médica inmediata
— Llamé a mi médica y amiga, que conoce todas mis afecciones, la doctora Ocdalis Perales, que de inmediato me indicó tratamiento para mi mamá y para mí. El lunes, exámenes de laboratorio y RX de tórax.
…el covid-19 entró a su casa
Las radiografías confirmaron la sospecha: madre e hija estaban contagiadas. El covid-19 ya estaba en su casa.
“A mí mamá, los exámenes de laboratorio le salieron raspados. En mi caso, no tan malos, pero la placa estaba muy fea. Luego de toda la valoración médica, con tratamiento y vigilancia, si en 36 horas había un cambio negativo, nos hospitalizaban. Bueno, a Dios gracias, compré todo y para la casa con el tratamiento, además de los bebedizos, sopa de cebolla y patas de pollo; a Dios gracias, evolucionamos. Particularmente, me parecía que era como algo leve, un resfriado fuerte, claro, la parte respiratoria sí molestaba más por la pólvora que generosamente compartieron el 24 y 31”, relata la especialista en Recursos Humanos.
—¿Qué síntomas sintió con el covid-19?
—A los 10 días, prácticamente luego de haber terminado el tratamiento de antibióticos, empecé a sentir fatiga, un desmayo de todo el cuerpo, no era capaz ni de mover un dedo; increíble… Poco a poco fui entendiendo que eso era el virus; posteriormente, en enero, me sentí mucho mejor, pero aún padecía de mucho dolor articular—relata, ya habiendo superado el virus.
Para Zambrano Labrador, el temor que tenía, y con toda razón, era que se activara el Guillain-Barré, perro el tratamiento, que como todos saben es experimental, incluyó la prevención de ello. El mismo temor lo compartía la médica tratante.
—Primeramente, gracias a Dios, junto con el Espíritu Santo, que iluminaron a la doctora Ocdalis para orientarnos, y que además me dio la fortaleza para seguir, pues siempre hubo situaciones, como la no aceptación de la familia de que padecíamos covid-19. ‘Eso no puede ser, si le da se muere’, decían con resistencia, pero aquí estamos mi mamá y yo, dando testimonio de que con previsiones, tratamiento, alimentación y el cuidado, con la mano de Dios, podemos contarlo— asegura con la gratitud de quien ha superado dos enfermedades graves.
Neira Zambrano, al reiterar la gratitud a Dios y a la especialista en Medicina que la monitoreó, es otra de las tachirenses que hoy dice “sobreviví al covid-19”.
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