Enfrentó a la enfermedad, aferrada a la fe y contando con el apoyo de su familia y vecinos. Aunque tuvo que vender varias pertenencias, sobrevivió y espera recuperarse del todo para volver a su vida normal
Por Raúl Márquez
El 28 de diciembre de 2020 empezó el calvario para Belkis Cañas. Desde ese día, se inició la peor experiencia que ha enfrentado: fue diagnosticada con covid-19. Las noticias, las imágenes y documentales que hablan del nuevo coronavirus se convirtieron para ella en una realidad tangible, en un miedo profundo, en la incertidumbre de tambalearse a la orilla de un abismo que ha traído muerte y tristeza a la humanidad.
Ella vive en San Rafael de El Piñal, tiene 46 años de edad, es farmaceuta y desde hace 14 años administra, junto con su esposo, la farmacia «La Morita Sur», ubicada en la capital del municipio Fernández Feo, zona sur del estado Táchira.
—Una mañana amanecí con algo de malestar. Así pues, con el paso de las horas, de manera progresiva, comencé a sentirme cansada y a tener dificultad para respirar. Sin embargo, no le presté mayor atención, pues desde niña siempre he sufrido de episodios de asma y alergia, por lo que supuse que se tratase de eso—relata.
Ante la persistencia de los síntomas, decidió realizarse los exámenes pertinentes y ponerse en manos de los especialistas. Fue un proceso duro, en el que, además de enfrentar la enfermedad como tal, tuvo que ganar una batalla cada día, relacionada con la búsqueda de recursos para adquirir los medicamentos, y el miedo, siempre el miedo, que la aguijoneaba implacable.
«Es lo más fuerte que he vivido»
—Tras la llegada de los resultados, en donde la placa de tórax develaba que mis pulmones estaban bastante comprometidos, comencé el tratamiento. Inicialmente me suministraban tres antibióticos diferentes; tres esteroides, y el Flexane. Gracias a Dios, mi organismo empezó a reaccionar favorablemente; los medicamentos comenzaron a surtir el efecto esperado—comenta la dama, con voz sutil.
Precisa que en medio de los tratamientos y terapias de oxígeno, los primeros tres días los pasó sumida en tal estado de letargo, que no recuerda casi nada, «era como si no estuviera aquí».
—Esto que viví ha sido lo más duro que me ha tocado vivir. A veces hablamos y leemos del tema, pero no tenemos ni idea de lo fuerte que es esto. Durante los primeros días necesité, incluso, de 7 bombonas de oxígeno diarias, pues el nivel de saturación estaba bajando, de manera alarmante. Luego fui saliendo poco a poco; no solo venciendo a la enfermedad, sino también al miedo.
Muchos oraron por mí
Para Belkis Cañas, el apoyo familiar, de los amigos y vecinos, fue crucial para superar este terrible trance. «Durante mi lucha contra la enfermedad, sentí el apoyo incondicional de mucha gente. Sin duda, el aprecio, las oraciones y el aporte económico que muchos me brindaron, fue el acto de cariño, de amor, más grande que he recibido; los amigos de Emaús, pastores, gente que ni siquiera conozco, mostraron su solidaridad. Es algo que siempre voy a tener presente y agradeceré de corazón».
Tuvimos que vender los carros
Más allá de las oraciones y las muestras de afecto, la solidaridad que rodeó a Belkis durante esos días sombríos, se tradujo, entre otras cosas, en una vendimia que organizaron varios amigos para recabar fondos económicos para su tratamiento.
—El tratamiento es muy costoso; de hecho, nosotros tuvimos que vender dos carros. Es verdad que, por el hecho de tener una farmacia, conseguir los medicamentos no fue difícil, pero había que cancelarlos. Luego de mi experiencia, le pido a Dios que este virus no ataque a personas de escasos recursos, porque para ellos sería aún más difícil salir airosos. A menudo pienso que mucha gente se muere debido a esta circunstancia—subraya.
«No es juego»
Superado lo peor de la enfermedad, Belkis Cañas agradece a Dios porque sus hijos —María Valentina de 12 años y Juan José de 15— no terminaron contagiados.
—Si bien mi esposo presentó algunos síntomas y recibió tratamiento, mis hijos resultaron negativos, algo que, a pesar de todo, me generaba tranquilidad. Ahora bien, hago un llamado a que por favor nos cuidemos, siguiendo las normas de bioseguridad, pues este covid-19 no es un juego. Seamos responsables y pensemos en nuestros familiares, en nuestros hijos. Y oremos todos los días para que todo esto llegue a su fin—, añade, para finalizar.